jueves, 21 de noviembre de 2019

Calentamiento global y calentamiento social


Oí esta expresión a un distinguido colega ecuatoriano cuando ofrecía una de sus conferencias en el Vaccine Summit/2019 celebrado recientemente en la ciudad de Panamá.

Para entender el calentamiento global del planeta producto entre otras cosas de la industrialización y la deforestación, no hay que ser un experto. Basta con observar la cantidad y magnitud de los huracanes, las olas de calor, grandes sequías y más crudos inviernos, el derretimiento de los glaciares, la desaparición de especies y los desastres en la agricultura. Producto de ese desequilibrio planetario, el Servicio Europeo del Cambio Climático Copernicus, ha declarado al mes de octubre/2019 como el mes más caliente jamás registrado en el mundo.

A la par con ese fenómeno, se está produciendo en el mundo un calentamiento social, que es consecuencia de las grandes desigualdades e injusta distribución de las riquezas y la falta de oportunidades para la mayoría de las personas. Que explica, aunque no lo entendamos, los hechos violentos que con un gran apoyo popular se están produciendo en países como Chile y muchos otros.

Uno de cada 10 niños nacidos en un país pobre morirá antes de cumplir los cinco años en la mayoría de los casos por alguna enfermedad prevenible, y, el 1% de la población, acapara el 90% de la riqueza que genera el resto de la población mundial.

Oxfam, en la celebración del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, aprovechó y publicó su informe preliminar “El trabajo no la riqueza” en el que saca a relucir el otro lado del dinero. Aquel que demuestra que el 50% más pobre de la población, 3, 700 millones de personas, no se benefició en lo más mínimo del crecimiento y la riqueza mundial de que se nos habla.

El calentamiento global que es una realidad, junto al calentamiento social que es la otra realidad de que nos hablaba el Dr. Marcelo Aguilar de Ecuador, se manifiesta en la situación de salud que viven nuestros pueblos. Hombres, mujeres y niños que siguen enfermando y muriendo por las mismas causas que enfermaban y morían hace décadas.

Lo que sufre hoy la humanidad es producto de las acciones equivocadas del hombre. Ese mismo hombre, tiene en sus manos la solución si es que honestamente se desea un mundo mejor para nuestros hijos y nietos.

Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.



domingo, 17 de noviembre de 2019

Escuela y familia: lo que deben enseñar


La escuela y el colegio nunca podrán sustituir a la familia, pero son sus mejores aliados en la educación de nuestros hijos. Aprender algebra, la raíz cuadrada de un número o saber que la capital de España es Madrid de poco sirve a nuestros niños. Porque la tarea fundamental de la familia y la escuela debe ser, lograr que el niño llegue a ser un ciudadano autónomo, autosuficiente y feliz. No importa lo que hayamos aprendido, si carecemos de lo esencial:  convivir de manera civilizada, en relación armoniosa con los demás, a respetar el derecho ajeno y a cumplir con nuestros deberes. A respetar y amar al planeta y al medio ambiente, haciendo de la verdad, la honestidad y la justicia, del trabajo y la solidaridad nuestro estilo de vida.

Lo peor que le pudiera pasar a nuestra juventud y a nuestra sociedad es, que la escuela, el colegio, la familia y las universidades, estemos formando buenos profesionales y a malas personas. Porque “jamás una mala persona podrá ser un buen profesional” (Howard Gardner), no importan los lauros o la calidad de la institución que le otorgó el título.

Al niño de hoy, debemos enseñarle a buscar las soluciones a sus pequeños problemas, a desarrollar sus propias competencias, para que pueda después, resolver los conflictos de la sociedad que le tocará vivir. Enseñarle a ver la realidad desde diferentes ángulos y a ver las distintas soluciones para un mismo problema. A ceder, a ser menos egoísta, a ponerse en el lugar del otro. Y, lo estaremos preparando para una existencia más placentera y saludable, a formar parte de una sociedad más equilibrada, a ser una persona feliz, que debe ser objetivo fundamental, mucho más importante que proporcionarle un título.

Independientemente de nuestras creencias, a nuestros hijos, debemos enseñarles a fortalecer y alimentar su espiritualidad, a practicar la meditación. A orar si se es creyente. A ser agradecidos. A disfrutar la naturaleza y la actividad física, la música y otras artes, el teatro y la pintura, los museos y el buen cine, la historia, la poesía y la literatura. Y estaremos sentando las bases para mejores personas y un mejor país. Tampoco se trata de una utopía. Porque todo eso está a nuestro alcance. Solo que no lo queremos ver o hemos perdido la capacidad de ver lo que antes veíamos.

Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.