Lo malo es permanecer en ella y no saber identificar cuándo nos engañan. Es negar el impacto que en la salud han tenido no solo las vacunas si no también, la tecnología, la investigación científica y las evidencias médicas.
Unicef certifica que desde 1968 a la fecha debido a la
vacuna anti polio, los niños y adultos infectados, muertos o inválidos por la
poliomielitis han disminuido en un 99%; y que las vacunas en los últimos 50 años
han salvado 154 millones de vidas. “El que tenga ojos para ver que vea y oídos
para oír que oiga”.
Malo es que se diga que, la industria farmacéutica
fabricante de las vacunas es un negocio millonario, solo para ganar dinero. Claro
que es un negocio, una industria millonaria, y no puede ser distinto, porque
millonaria es la inversión en la investigación. Es una industria tan millonaria
como la industria de la mariguana y el Fentanilo producidos para la
“recreación” de nuestros jóvenes, pero con resultados muy distintos.
¿Por qué no se dice que los fabricantes de medicamentos y
vacunas están regulados por expertos y organismos internacionales reconocidos e
independientes? ¿Que la aprobación de un fármaco o vacuna para el uso humano
pasa por un proceso abierto a la comunidad científica? No decirlo es engaño.
En el caso específico de las vacunas, debemos saber que, no
son solo para los niños, que protegen a la embarazada y a su bebé, al lactante,
al adolescente, al adulto y al anciano; y que producen una protección de grupo
que incluye a los antivacuna, a los que no tienen dinero para comprarlas, a los
que fueron al centro sanitario y no las encontraron. Esa inmunización de rebaño
o de grupo de las vacunas lo explico y todos los dominicanos lo vamos a
entender.
Si usted decide ir a un concierto de Juan Luis Guerra al
aire libre en los que siempre llueve, pero que nadie deja de asistir (así de
bueno es el artista) y se congregaron 10, 000 personas. Cuando comienza la
lluvia, si 9, 000 personas abren sus paraguas, las restantes 1, 000 personas
que no llevaron paraguas tampoco se van a mojar. Si en un país el 90% o el 95%
de su población está vacunada, el resto quedará protegido, porque en este
escenario las probabilidades de que un patógeno se propague son muy escasas. Así
de buenas son las vacunas.