martes, 17 de abril de 2012

El niño, las hormonas y el sueño


Se conoce desde hace mucho tiempo el papel de las hormonas en la regulación del ciclo vigilia-sueño y los problemas de secreción hormonal cuando no se duerme bien. La hormona de crecimiento alcanza su nivel más alto durante el sueño. Este además, aumenta la absorción de los aminoácidos e incrementa la síntesis de proteínas, eleva la eritropoyesis o producción de glóbulos rojos, y la secreción de prolactina en la madre que amamanta es mayor cuando ésta duerme. El complejo serotonina-melatonina, que es nuestro reloj interno que ajusta nuestra fisiología para el sueño, cuando no se duerme bien, se daña, con repercusiones negativas para nuestra salud.
Los trastornos del sueño son relativamente frecuentes en los niños, y muchos, se despertarán por las noches. Esto se debe generalmente a que los padres no han establecido a tiempo un hábito de sueño, un horario para ir a la cama, dejando ésta decisión al propio niño quien no está en capacidad de hacer dicho hábito por sí solo. Aunque hay que reconocer, que en algunos casos de trastornos del sueño, habría que descartar otras causas.
El niño recién nacido, duerme un promedio de 17 horas de manera no continua. A los seis meses de edad, el niño deberá dormir entre 12 y 14 horas y una a dos siestas al día, entre uno y tres años 12 horas con una pequeña siesta después del almuerzo, y entre los tres y cinco años 10 a 12 horas de sueño nocturno, desapareciendo la siesta por la escolaridad.
El niño necesita dormir suficientes horas, para que pueda rendir en el día. Cuando duerme bien, el niño se maneja mejor académicamente y su conducta es mejor en el aula como fuera de ella. Los adolescentes también necesitan de suficientes horas de sueño, tanto como los niños de escolaridad primaria. Los bebés y pre escolares necesitan más horas de sueño que los adolescentes, pero para ninguno de ellos será suficiente las ocho horas recomendadas para el adulto. Los padres, serán los responsables de crear buenos hábitos de sueño en el niño desde muy temprano, para que éste rinda y se comporte adecuadamente, antes de ir a buscar la ayuda de tutores y psicólogos quienes no conseguirán ningún resultado, cuando el mal no está en el sujeto, sino, en el tipo de crianza de que ha sido objeto el sujeto. En éste orden, todavía no he podido entender a los padres que se declaran incapaces de impedir que su hijo permanezca hasta altas horas de la noche enganchado al televisor o al computador.
Dicho esto, habrá que reconocer, que el sueño, no es solamente la recuperación de fuerzas al final de un día laborioso, es algo mucho más complejo, que puede implicar desordenes hormonales, poco rendimiento escolar, conducta inadecuada y problemas de salud, y en esto, los padres juegan el papel más importante, con la más alta cuota de responsabilidad.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana



martes, 10 de abril de 2012

La madre canguro


El método madre canguro, entre otras cosas, no es más que la sustitución de la incubadora por la madre. Fue el producto de la preocupación de un médico que trabajaba con recursos muy limitados. La madre canguro, acoge al recién nacido prematuro y/o bajo peso en su pecho, lo acurruca y lo ayuda a mantener su temperatura y a ganar de peso, una vez que la fase crítica del bebé ha sido superada. Es además, una forma de disminuir los riesgos de infección intrahospitalaria ya que el recién nacido permanece menos tiempo internado, recuperándose más rapidamente.

Este método lo ideó el pediatra colombiano Edgar Rey Sanabria junto a otros colegas al final de los años setenta inspirado en los marsupiales cuya bolsa extrauterina se comporta como una verdadera incubadora. La madre, utiliza su metabolismo y calor corporal para proteger y mantener la temperatura del niño. No hay dudas, que en los países pobres, la práctica de éste método favorece a la de alta temprana y evita que el niño se contamine y adquiera una infección nosocomial. Es una técnica que se les enseña a las madres y que ellas pondrán en práctica mientras realizan sus labores habituales. El niño estará pegado al pecho de su madre como una rana, con un gorrito, medias y un pañal, con el resto del cuerpo descubierto, para que haya un contacto entre la piel de la madre y la de su bebé.

Este método, ha sido puesto en práctica en nuestro país por los prestigiosos pediatras Angel Garabot en San Fco. De Macorís y Narda D´oleo en el hospital materno infantil San Lorenzo De Los Mina en Santo Domingo. Iniciativa que debería ser respaldada por el ministerio de Salud Pública y convertida en un programa de mayores proporciones, como sucedió en la república de Colombia.

Entre 1990 y 1992 se efectuó en Colombia la primera evaluación de su programa Madre Canguro, y sus resultados fueron publicados en la revista Pediatrics. En 1993 se creó la clínica del niño en Bogotá, con el programa Madre Canguro-ISS-World-Lab, y el fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), le prestó su apoyo y colaboración para hacer posible su implementación.

Ojalá nuestro Ministerio de Salud inicie y desarrolle un plan piloto en Santo Domingo y San Fco. De Macorís donde ya hay alguna experiencia acumulada. Le dé su apoyo, seguimiento y evaluación de resultados, como una manera de hacer buena medicina en medio de la crisis. Ojala que llueva café y que el personal médico y de enfermería especializado en un programa madre canguro, y todos los especialistas de la medicina en nuestro país, puedan percibir un sueldo por lo menos igual al que percibe un simple regidor de nuestra “honorable” sala capitular.

Dr. Marcos Díaz Guillén

pediatra-neonatólogo

Santo Domingo

República Dominicana

A usar el bobo de nuevo


Recientemente, las revistas British Medical Journal y Pediatrics, el sindicato de enfermería de España (SATSE) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), han declarado: “Que el uso del chupete o bobo, reduce de manera muy significativa el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), particularmente cuando se usa durante el sueño de la noche o la siesta”. El SMSL, es la muerte inesperada de un bebé sano y normal, cuya causa de muerte, no es posible explicar por la historia clínica, por el examen físico, ni por la autopsia. En los países desarrollados, es la primera causa de muerte en niños sanos en el primer año de vida.

La succión del chupete por el niño, genera en su cerebro, la producción de endorfinas, que son unos neuro transmisores parecidos a los opiáceos, que le producen una sensación de bienestar. De ahí, que quizás sea más acertado el nombre pacifier o pacificador que es como se conoce el bobo o chupete en la cultura anglosajona.

¿Cómo actúa el bobo protegiendo al niño de la muerte súbita?. El rastreo de la base de datos Cochrane, Pubmed, Cuiden, Cuidatge y Enfispo, que dio como resultado la investigación del SATSE en España, y las recomendaciones publicadas recientemente por la AAP concluyen: Que el chupete, aumenta el número de microdespertares mientras el niño duerme, favorece que la lengua se mantenga en posición anterior, evitando la obstrucción del paso del aire y que aumenta levemente los niveles de dióxido de carbono en la sangre del bebé.

Se recomienda el uso del bobo, chupete o pacifier en el primer año, excluyendo el primer mes, porque en ésta etapa de la vida del niño, no se produce el SMSL, y para que el bobo no interfiera con el tiempo de acoplamiento entre madre e hijo y la lactancia materna. Si la lactancia materna se inició desde el nacimiento, el bobo o chupete, no deberá dificultarla. Una vez cumplido el primer año de vida, y casi ausente el riesgo del SMSL, el niño tendrá menos necesidad del bobo, y su uso se irá restringiendo hasta ser eliminado. Las medidas que conocemos de acostar el niño boca arriba o de lado y no fumarle cerca, deberán mantenerse, para alejar las posibilidades de una muerte súbita.

Estas nuevas recomendaciones, deberán ser sugeridas por el pediatra, para que los padres las ejecuten, porque se trata de estudios serios y conclusiones respaldadas por una medicina basada en la evidencia. Estas investigaciones nos enseñan, que la medicina, como la vida misma, es dinámica. Que lo que ayer parecía malo, hoy puede ser muy bueno. En mi caso particular como pediatra, comenzaré por explicar estas cosas y decirles a las madres, que el bobo, no es tan malo como yo pensaba.

Dr. Marcos Díaz Guillén

pediatra-neonatólogo

Santo Domingo

República Dominicana