Se conoce desde hace mucho tiempo el papel de las hormonas en la regulación del ciclo vigilia-sueño y los problemas de secreción hormonal cuando no se duerme bien. La hormona de crecimiento alcanza su nivel más alto durante el sueño. Este además, aumenta la absorción de los aminoácidos e incrementa la síntesis de proteínas, eleva la eritropoyesis o producción de glóbulos rojos, y la secreción de prolactina en la madre que amamanta es mayor cuando ésta duerme. El complejo serotonina-melatonina, que es nuestro reloj interno que ajusta nuestra fisiología para el sueño, cuando no se duerme bien, se daña, con repercusiones negativas para nuestra salud.
Los trastornos del sueño son relativamente frecuentes en los niños, y muchos, se despertarán por las noches. Esto se debe generalmente a que los padres no han establecido a tiempo un hábito de sueño, un horario para ir a la cama, dejando ésta decisión al propio niño quien no está en capacidad de hacer dicho hábito por sí solo. Aunque hay que reconocer, que en algunos casos de trastornos del sueño, habría que descartar otras causas.
El niño recién nacido, duerme un promedio de 17 horas de manera no continua. A los seis meses de edad, el niño deberá dormir entre 12 y 14 horas y una a dos siestas al día, entre uno y tres años 12 horas con una pequeña siesta después del almuerzo, y entre los tres y cinco años 10 a 12 horas de sueño nocturno, desapareciendo la siesta por la escolaridad.
El niño necesita dormir suficientes horas, para que pueda rendir en el día. Cuando duerme bien, el niño se maneja mejor académicamente y su conducta es mejor en el aula como fuera de ella. Los adolescentes también necesitan de suficientes horas de sueño, tanto como los niños de escolaridad primaria. Los bebés y pre escolares necesitan más horas de sueño que los adolescentes, pero para ninguno de ellos será suficiente las ocho horas recomendadas para el adulto. Los padres, serán los responsables de crear buenos hábitos de sueño en el niño desde muy temprano, para que éste rinda y se comporte adecuadamente, antes de ir a buscar la ayuda de tutores y psicólogos quienes no conseguirán ningún resultado, cuando el mal no está en el sujeto, sino, en el tipo de crianza de que ha sido objeto el sujeto. En éste orden, todavía no he podido entender a los padres que se declaran incapaces de impedir que su hijo permanezca hasta altas horas de la noche enganchado al televisor o al computador.
Dicho esto, habrá que reconocer, que el sueño, no es solamente la recuperación de fuerzas al final de un día laborioso, es algo mucho más complejo, que puede implicar desordenes hormonales, poco rendimiento escolar, conducta inadecuada y problemas de salud, y en esto, los padres juegan el papel más importante, con la más alta cuota de responsabilidad.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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