Cuando se
inició en nuestro país la fabricación de medicamentos genéricos, la reacción de
las farmacéuticas no se hizo esperar al ver por primera vez una competencia en
el mercado. Comenzaron por decir, que no se podía garantizar la calidad de esos
medicamentos en un país sin tradición en esa área, sus representantes nos
agobiaron con su promoción cada día más agresiva y los pacientes y muchos
médicos pusieron en dudas la calidad de unos medicamentos más baratos.
¿Por qué los
genéricos son más baratos? es todavía la pregunta de rigor ya que nadie regala
nada. Los genéricos, tienen esa ventaja, porque sus fabricantes no han hecho
inversión en investigación, ni en desarrollo y promoción como lo hizo el
fabricante del producto original. Pero, si los medicamentos de marca no
tuvieran sus genéricos, el sistema sanitario público habría colapsado, y los seguros médicos pre pagados también
habrían desaparecido al hacerse prohibitiva la cobertura a sus afiliados cuando
son atendidos bajo internamiento.
Para la OMS un
medicamento genérico es aquel que se vende bajo la denominación del principio
activo que es bioequivalente a la marca original, es
decir, que deberá ser igual en concentración, en su farmacocinética y
biodisponibilidad respecto al producto original. El genérico en su envase en
lugar de un nombre comercial se leerá el nombre de la sustancia o principio
activo seguido del nombre del laboratorio que lo fabrica.
Mucha gente
relaciona la calidad al precio y es lógico que así sea, porque un buen
producto, deberá ser más caro que otro
que dice tener iguales aplicaciones, pero que es fabricado en cualquier lugar,
sin los requerimientos reconocidos internacionalmente. El médico, relaciona la eficacia con la
procedencia e investiga quién es el fabricante, reconociendo, que en nuestro
país, existen laboratorios con muy buen
historial en la producción de medicamentos de alta calidad a menor precio. Y,
eso es lo que se quiere, que el producto ofrezca las mismas garantías a menor
costo. Y, para que así sea, las autoridades de salud y de defensa al consumidor
deberán jugar su rol haciendo desaparecer del mercado a todo aquel fabricante
de medicamentos que no garantice los
estándares de fabricación internacionalmente aceptados.
Pero esos
controles, deberán ser para los genéricos y para los medicamentos de marca,
porque más de una vez, grandes farmacéuticas han ocultado datos perjudiciales
en algunos de sus productos o han amañado los resultados de sus investigaciones
de diferentes maneras. Si los controles son estrictos y el fabricante está
certificado, no habría ninguna razón para desconfiar de los genéricos y la
población se beneficiaría de todas maneras, ya que las marcas estarían
obligadas a bajar sus precios, si desean permanecer en el negocio.
Definitivamente, en un país pobre, la consigna deberá ser usar el genérico de
calidad, dejando la marca original al sector de la población que la pueda
pagar.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo,
República Dominicana
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