martes, 3 de septiembre de 2013

RELIGIÓN Y PRÁCTICA MÉDICA

“Una de las situaciones éticas más complejas en pediatría es la que involucra a familiares cuyas creencias religiosas interfieren con el tratamiento médico estando en juego la vida del paciente, y si éste ya ha alcanzado la mayoría de edad. Este mismo mes, “Ethics Rounds” presentó un caso que implica una situación médico-legal. Una joven de 18 años de edad testigo de Jehová que padece de falcémia, se presentó con anemia severa. Urgentemente su médico ordenó una transfusión de sangre, pero la paciente y sus familiares rechazaron esa orden. ¿Deberá éste médico dejar morir a la paciente?, ¿existen otras alternativas?”(Pediatrics online, agosto19/2013).

“Los testigos de Jehová entienden que la prohibición bíblica sobre lo que consideran un mal uso de la sangre, es uno de los más antiguos mandamientos de las sagradas Escrituras. Se remonta a los tiempos de Noé cuando Dios dio su consentimiento al hombre para que comiera carne, con la condición de no ingerir sangre (Gén. 9:4)” (Comité de Ética Asistencial, San Sebastián, España). Sin embargo, muchos testigos de Jehová aceptan la autotransfusión siempre que se emplee un circuito cerrado conectado a su sistema circulatorio y sin que su sangre sea almacenada.

Resulta interesante saber, que la prohibición de las transfusiones de sangre fue adoptada por los testigos de Jehová en fecha relativamente reciente, en 1945. Mucho tiempo después de la primera guerra mundial (1914-1918), cuando se inició el uso de la sangre almacenada. Ya para 1945, las transfusiones de sangre no eran nada nuevo.

El Comité de Ética Asistencial de San Sebastián en España entiende que en situaciones de urgencia, si está en peligro la vida del paciente y, en menores de edad, se proceda a la transfusión, que se informe al paciente de acuerdo a su grado de madurez, y también a sus familiares. La información se enviará a un juez y al fiscal de la jurisdicción con carácter informativo. Y, sin esperar la respuesta oficial, se proceda a la transfusión.


La autonomía del paciente deberá siempre ser respetada  respecto a si acepta o no un procedimiento médico. Yo no puedo hacer el mal a otro, aunque me lo pida, pero tampoco puedo obligarlo a aceptar el “bien” que yo entiendo debo hacerle. En medio de ésta disyuntiva está el médico, obligado a hacer la mejor práctica acorde con los estándares aceptados internacionalmente, pero al mismo tiempo, pasible de ser demandado.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo,
República Dominicana