miércoles, 14 de marzo de 2018

Depresión, Suicidio y Atención Primaria


La depresión en la infancia y adolescencia es frecuente y pocas veces diagnosticada. Situación que se prolonga en el tiempo con consecuencias graves. Los profesionales de atención primaria (pediatras, médico familiar, enfermeras, educadores etc.), deberán tener los conocimientos básicos para diagnosticarla o sospecharla antes de que sea tarde.  

Según la OMS en el año 2012 el suicidio secuela de la depresión, fue la segunda causa de muerte en jóvenes entre los 15 y 29 años. Y, en España, fue también la segunda causa de muerte entre jóvenes de15 a 19 años, al mismo nivel que los accidentes de tránsito, y solo por debajo del cáncer de cualquier tipo (INE 2014 y 2015).

Después de la pubertad la depresión es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, con relación al suicidio, aunque la mujer lo intenta más, el hombre logra más veces su objetivo. Con un enfoque correcto y un trabajo coordinado entre el médico, el paciente, la escuela y la familia, los resultados son muy buenos. Se sospechará depresión en todo niño (a) que presente, aburrimiento, cansancio, poco interés por las actividades que antes le gustaban, baja estima, cambios en su alimentación, molestias, dolores y nauseas sin causa justificable y pensamiento o ideas recurrentes sobre la muerte y el suicidio entre otros síntomas.

Del 3% al 9% de los teenagers reúnen los criterios de depresión en algún momento, y, al final de la adolescencia hasta el 20% de ellos, si no son tratados, serán depresivos para el resto de sus vidas. La mayoría de los estudios revelan, que solo 1 de cada 4 adolescentes con depresión es diagnosticado, lo que obliga a los padres, pediatras y otros profesionales de atención primaria a conocer más sobre ésta enfermedad y el suicidio, que es ya un problema de salud pública.

Debemos conocer las guías y directrices para poder identificar el problema y así ayudar a niños y adolescentes desde los 10 hasta los 21 años. Debemos saber interpretar las pautas de los expertos del comportamiento quienes reiteran que el diagnóstico de la depresión  debe ajustarse a los indicadores señalados en el Manual de Diagnostico y Estadísticas de los trastornos Mentales (DSM-5). Es  un reto para los que trabajamos con la población infantil. Porque todo niño (a) depresivo sin tratamiento, será un adolescente o adulto depresivo con todas sus consecuencias, una de ellas el suicidio.

REFERENCIA: Improving Recognition of Adolescent Depression in Primary Care. Rachel A. Zuckerbrot, MD, Peter S. Jensen, MD. Review Article, july/2006.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana



miércoles, 7 de marzo de 2018

Un sistema nacional de Salud Pública


Todo ciudadano, por el solo hecho de serlo, tiene el derecho de participar de los beneficios de la economía de su país traducidos en un eficiente sistema o servicio nacional de salud pública.

En un país subdesarrollado, los servicios de salud, no deberían enfocarse en la construcción de muchos hospitales dotados de la tecnología más moderna. Que aunque son necesarios, solo deberían existir como hospitales de referencia o de tercer nivel, uno en cada una de las cuatro o cinco regiones en las que ese país ha sido dividido.

Los mayores esfuerzos y las grandes inversiones, deberían dirigirse a la atención primaria donde los profesionales de la salud (médicos familiares, generalistas, pediatras, obstetras, odontólogos, enfermeras etc.) tengan sectorizada a la población, conozcan sus dolencias, puedan identificar las enfermedades transmisibles y puedan controlar las no transmisibles. Que tengan censada a su población y sepan, cuántos diabéticos, hipertensos, cardiópatas, asmáticos etc existen en su sector y asegurarse que la medicación se les esté suministrando. Una atención permanente, no un operativo médico.

Un sistema de salud donde el estado asegure que a cada hogar le llegue agua corriente y potable. Con esta sola acción se evitará muchas de las enfermedades propias de una mala higiene y del almacenamiento inadecuado del agua.

Un sistema de salud que garantice la vacunación universal de toda la población infantil y adulta, donde cada individuo tenga una cartilla de vacunación supervisada y actualizada.

Un sistema que garantice que a todo niño se le respete el derecho a ser amamantado al menos en sus primeros seis meses de vida. Con jóvenes trabajando 24 horas en nuestras maternidades donde nacen  cientos de miles de niños y que la mayoría sale con un biberón en su boca.

Poniendo nuestros esfuerzos en estos y otros aspectos primarios de salud, ahorraremos miles de millones de pesos que serían reinvertidos en ese mismo sistema de salud, que hace muchas décadas debimos haber implementado, pero que nunca será tarde para iniciarlo. Y, los hospitales grandes y complejos, los de tercer nivel, los de equipos sofisticados, solo atenderían los casos que ameriten una atención más especializada.

Necesitamos un sistema de salud pública racional y fuerte, regido por la autoridad, no por organizaciones particulares, para quienes el médico no es tal, sino un “prestador de servicios”, que son los que deciden quién va o no a ejercer la medicina, a quién le asignan un código, y, qué medicamento o dispositivo va su  “prestador de servicios” a recetar. Que siempre será el más barato y el que menos garantía ofrece.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana