Vivimos atrapados en una cultura de violencia
que se transmite de generación en generación. Hoy no solo enfrentamos hechos
aislados, sino una verdadera epidemia social que ha contaminado todos los
espacios: el hogar, la escuela, la comunidad. La violencia ya no es una
excepción, sino una norma aprendida, tolerada e incluso justificada. Y lo más
alarmante es que nuestros niños están creciendo en este entorno para reproducir
lo que ven y lo que están viviendo.
Casos que estremecen de niños que asesinan a
otros niños, madres que acaban con la vida de sus hijos, y adolescentes
involucrados en crímenes graves. No son solo hechos puntuales, son el reflejo
de una sociedad enferma. La violencia que vivimos se ha tornado en un problema
de salud pública que necesita de decisión y acciones urgentes. Invirtiendo
donde haga falta y sobre todo, dando prioridad a la educación emocional de
nuestros niños (as) en el hogar y la escuela.
Según la Encuesta ENHOGAR-MICS 2019, cerca del
40% de los niños de 1 a 14 años en República Dominicana ha sido víctima de
violencia en sus hogares (ONE/UNICEF). Además, el CONANI revela que el 29% de
los delitos sexuales afectan a menores, y la mayoría de los agresores son
miembros del círculo familiar cercano.
En el ámbito regional, América Latina mantiene
una de las tasas de homicidios más altas del planeta, con 17.2 homicidios por
cada 100,000 habitantes, según la OPS 2023, triplicando el promedio mundial.
República Dominicana no es la excepción. Entre enero y agosto de 2024, en este
país, se registraron 34 feminicidios, una cifra que continúa en aumento, según
la Procuraduría General de la República.
Este panorama exige mucho más que lamentos e
indignación: requiere acción. Entendiendo que, la violencia no se erradica solo
con castigo, sino con prevención. Identificando sus causas, atacando sus raíces
e invirtiendo en programas de educación integral, en salud mental, en
oportunidades laborales. Que se procure una más justa distribución de las
riquezas y más oportunidades para las mayorías. Y, el fortalecimiento de la
familia como la única vía y manera sostenible.
Romper esta cadena requiere coraje, voluntad
política, recursos sostenidos y una sociedad que deje de normalizar el
maltrato. Necesitamos mejores líderes, políticos y gobernantes. Y sobre todo,
una ciudadanía decidida a construir una cultura de paz.
Fuentes: ONE,
CONANI, UNICEF, OMS, OPS, Ministerio de la Mujer.
Marcos Díaz Guillén
pediatra de la República Dominicana.
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