Recientemente, las revistas British Medical Journal y Pediatrics, el sindicato de enfermería de España (SATSE) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), han declarado: “Que el uso del chupete o bobo, reduce de manera muy significativa el riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), particularmente cuando se usa durante el sueño de la noche o la siesta”. El SMSL, es la muerte inesperada de un bebé sano y normal, cuya causa de muerte, no es posible explicar por la historia clínica, por el examen físico, ni por la autopsia. En los países desarrollados, es la primera causa de muerte en niños sanos en el primer año de vida.
La succión del chupete por el niño, genera en su cerebro, la producción de endorfinas, que son unos neuro transmisores parecidos a los opiáceos, que le producen una sensación de bienestar. De ahí, que quizás sea más acertado el nombre pacifier o pacificador que es como se conoce el bobo o chupete en la cultura anglosajona.
¿Cómo actúa el bobo protegiendo al niño de la muerte súbita?. El rastreo de la base de datos Cochrane, Pubmed, Cuiden, Cuidatge y Enfispo, que dio como resultado la investigación del SATSE en España, y las recomendaciones publicadas recientemente por la AAP concluyen: Que el chupete, aumenta el número de microdespertares mientras el niño duerme, favorece que la lengua se mantenga en posición anterior, evitando la obstrucción del paso del aire y que aumenta levemente los niveles de dióxido de carbono en la sangre del bebé.
Se recomienda el uso del bobo, chupete o pacifier en el primer año, excluyendo el primer mes, porque en ésta etapa de la vida del niño, no se produce el SMSL, y para que el bobo no interfiera con el tiempo de acoplamiento entre madre e hijo y la lactancia materna. Si la lactancia materna se inició desde el nacimiento, el bobo o chupete, no deberá dificultarla. Una vez cumplido el primer año de vida, y casi ausente el riesgo del SMSL, el niño tendrá menos necesidad del bobo, y su uso se irá restringiendo hasta ser eliminado. Las medidas que conocemos de acostar el niño boca arriba o de lado y no fumarle cerca, deberán mantenerse, para alejar las posibilidades de una muerte súbita.
Estas nuevas recomendaciones, deberán ser sugeridas por el pediatra, para que los padres las ejecuten, porque se trata de estudios serios y conclusiones respaldadas por una medicina basada en la evidencia. Estas investigaciones nos enseñan, que la medicina, como la vida misma, es dinámica. Que lo que ayer parecía malo, hoy puede ser muy bueno. En mi caso particular como pediatra, comenzaré por explicar estas cosas y decirles a las madres, que el bobo, no es tan malo como yo pensaba.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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