miércoles, 18 de julio de 2018

Efectos de las Redes Sociales y Pantallas en los Niños


Existe el riesgo de  adicción en jóvenes y adultos a las redes sociales y a las pantallas, y que nuestro ejemplo induzca al niño a lo mismo. La Academia Americana de Pediatría y los pediatras en general recomendamos no permitir pantallas (TV, teléfonos inteligentes, tabletas) a niños por debajo de los 4 años y después de esa edad a no más de 30 minutos y con su supervisión.  Estos dispositivos en lugar de activar el intelecto del niño lo aíslan de las personas y del medio que le rodea.  ¿Qué recomendamos?, que el niño interactue con otros niños y adultos, que aprenda a conocer a las distintas personas y a ellos mismos, lo que le servirá en el desarrollo de su personalidad y en un mejor conocimiento de sus semejantes con los que siempre tendrá que interactuar.

Desde su nacimiento el niño debe ser estimulado, y desde los primeros meses con lecturas, cuentos, historias reales o inventadas en la voz de sus padres, abuelos y hermanos mayores, que son las voces que él quiere y necesita oír.  Llevarlo al parque, al campo, y enseñarle las aves y otros animales, las plantas y las flores por sus nombres, etc.,  son el tipo de estímulo que verdaderamente le ayudarán en su desarrollo, le irán enseñando a respetar y amar la biodiversidad y a manejarse en la vida.

 Ahora, la nueva tecnología es buena, pero amenaza con alterar las relaciones sociales y naturales de la familia lo cual se puede manifestar en la edad pediátrica con sedentarismo, sobrepeso y trastornos de la personalidad.  Sin oponernos a los avances de la ciencia y tecnología, actuemos con tal moderación y equilibrio que estas cosas no sucedan a nuestros hijos.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana

miércoles, 11 de julio de 2018

Riesgo de infección severa en niño prematuro


Algunos estudios han reportado que existe aumento de los riesgos de enfermedad neumocócica invasiva (ENI) en el niño prematuro. Sin embargo, esto no había sido investigado en un estudio epidemiológico comparativo (cohorte), tampoco el impacto de la vacuna antineumocócica conjugada (PCV7). Tomando como base de datos el Registro Médico de Nacimientos de Noruega, una investigación realizada del 2002 al 2010 en 628, 138 niños estudiados desde su nacimiento hasta los dos años de edad, encontró, tasas más altas de ENI en el niño prematuro en relación con el niño nacido a término. Evidenciándose la susceptibilidad a la infección en el niño prematuro, y, la acción protectora que produjo la introducción de una nueva vacuna en esos años.

La ENI es la mayor causa de enfermedad y mortalidad en niños por debajo de los dos años y, el conocimiento de los factores de riesgo para esta enfermedad es importante para la implementación de una mejor estrategia de vacunación. Sabemos que de 10 nacimientos 1 o 2 son prematuros  y que lamentablemente estos nacimientos están aumentando por cesáreas programadas. Que un nacimiento a destiempo trae al mundo a un niño con un sistema inmune muy inmaduro, un niño cuya madre no ha tenido el tiempo para transferirle suficientes anticuerpos. Razones que explican el incremento del riesgo aumentado de ENI en el recién nacido prematuro.

La investigación realizada en Noruega es muy amplia y completa, con muchas variables que en este espacio limitado no podemos enumerar. De los 628, 138 niños incluidos en el estudio, 41, 931 nacieron prematuros y 411 se diagnosticaron con ENI, de estos, 224 correspondieron a la época pre vacunación y solo 82 enfermaron después de la introducción de la vacuna PCV7.

Concluyeron, que el nacimiento prematuro es un factor de gran riesgo para la ENI en niños entre los
0 – 23 meses de edad antes y después de la vacuna. Que para reducir la ENI en los prematuros menores de 6 meses la vacuna deberá administrarse con una primera dosis antes de los 3 meses de la edad cronológica del prematuro, y, que el valor de las vacunas es cada día mayor en la prevención de enfermedad y muerte en todos los niños.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana

REFERENCIA: The Pediatric Infectious Disease Journal. July/2018 – Volume 37-Issue/7. Vaccine Report, Pages 195-200.

miércoles, 4 de julio de 2018

Leche materna, de vaca y de almendras


No nos vamos a cansar de repetir que la leche materna es el alimento más sabio y completo para el niño en su primer año de vida. Esta leche, tiene grandes cantidades de ácidos grasos saturados necesarios para la función y desarrollo del cerebro humano.

Si bien las almendras son una buena fuente de proteínas, la “leche” de almendra no lo es. Los padres que decidan alimentar a sus hijos con esta “leche”  deberán suplementar las grasas, proteínas, minerales y calcio que el niño debe ingerir a diario después del destete que le garantice un desarrollo óseo, dental, oftalmológico y cerebral adecuado.

La leche de vaca la usa el ser humano hace 7, 500 años (University College of London), es un producto que garantiza al niño, buena cantidad de minerales, grasa, proteínas y la lactosa, carbohidrato que no existe en las “leches” vegetales y que favorece la absorción de calcio por el intestino. Una taza de leche de vaca suministra: 150 calorías, 12 gramos de carbohidratos (lactosa), 8 gramos de grasa y 8 gramos de proteína. Una taza de “leche” de almendra proporciona entre 30-50 calorías, 1 gramo de carbohidratos, 3 gramos de grasa y 1 gramo de proteínas. Si usted, por sus convicciones o porque es vegano decide usar una “leche” vegetal, tenga en cuenta suplementar a su hijo con los elementos que estas “leches” no pueden proporcionar adecuadamente. La leche de vaca no la recomendamos en los primeros meses de vida del niño, y, ésta como las vegetales, pueden producir alergia a sus proteínas.

El 60% de la estructura de nuestro cerebro es grasa. Esta, es fuente de energía y la responsable de la absorción de las vitaminas A, D, E y K que son solubles en grasa y esenciales en la producción y función de los neurotransmisores y la regulación de nuestro sistema inmune. Se nos ha dicho que hay grasas buenas que son las vegetales y grasas malas que son las de origen animal, asunto hoy en discusión, y de lo que no existen evidencias científicas claras y definitivas.

 Sería interesante documentar, si fuese posible, la frecuencia de enfermedad coronaria en nuestro país en los años que nuestros padres y abuelos se alimentaban con manteca de cerdo, y la frecuencia de la enfermedad coronaria a partir de los años 60  hasta hoy cuando comenzamos a alimentarnos con aceites vegetales. Sería interesante. 

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Meonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana