El sistema inmunológico de
defensa natural del ser humano es una máquina muy compleja, sofisticada y
astuta que nos defiende a diario de múltiples enfermedades: virus, bacterias,
hogos y parásitos sin que nos demos cuenta.
Este sistema, como toda
maquinaria no puede ser forzado a trabajar más allá de sus capacidades, porque
se puede quemar y dejar de funcionar.
Por lo tanto, vacunar
contra la COVID-19 con dos dosis de base y una tercera de refuerzo, respetando
el tiempo entre dosis, es el esquema que necesitamos para lograr que más del 70
% de la población del país pueda ser inmunizada, antes de pensar en una cuarta
dosis. Porque sobre estimular al sistema inmunológico, sin darle el tiempo
necesario entre una vacuna y otra para que responda como debe hacerlo, es
riesgoso y científicamente incorrecto.
Un padre de uno de mis
pacientes muy feliz me decía, que él ya tiene dos dosis de Coronavac y dos
Pfizer con su refuerzo y que, desde que le sea posible, se pondrá la cuarta
dosis que ya ha oído que se está anunciando. Esa actitud, que pudiera verse
como un exceso de confianza en las vacunas, en un momento en el que los
inmunólogos y expertos en vacunas no saben si es necesario, no es recomendable,
aunque otros países hayan tomado la decisión de hacerlo.
“Con el ritmo actual del
lanzamiento de la vacuna, 109 países se perderán la oportunidad de vacunar completamente
al 70% de su población para principios de julio 2022. La esencia de la
disparidad es, que algunos países están procediendo a una cuarta vacunación,
mientras que otros ni siquiera han podido vacunar a sus trabajadores sanitarios”
(T. A. Ghebreyesus, director general, OMS). Si este tipo de desigualdad
continua, millones de personas permanecerán expuestas a contagiarse, enfermar y
morir, y, seguirán siendo el terreno fértil para la aparición de más mutaciones
y variantes.
El nuevo coronavirus ha revelado
de manera irrefutable y contundente lo que se ha dicho y repetido innumerables
veces en las reuniones de las grandes potencias mundiales (G5, G7, G20). Palabras
huecas. Porque sin importar lo rico y poderoso que un grupo de países pudiera
ser, si no se tiene en cuenta al resto del mundo, podrán hacer lo que quieran, vacunar
al 100% de su población, y la guadaña de la muerte les estará acechando.
Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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