Una isla remota, con ausencia de corrupción, con un alto
nivel educacional y gran respeto a los derechos ciudadanos. Está libre de
COVID-19.
Aún con su aislamiento geográfico, se sabía que la
introducción del SARS-Cov-2 era inminente debido a la cantidad de turistas y
estudiantes que llegan a ese país procedentes de Europa y China continental. Y
se esperaba que la pandemia hiciera colapsar su sistema de salud pública. Desde
el mes de febrero/2020, sus autoridades se preparaban para una eventual epidemia
de influenza, adecuando sus hospitales para la gran afluencia de pacientes.
Pero ante la nueva amenaza, de inmediato sus autoridades implementaron políticas
de control de sus fronteras para limitar al nuevo coronavirus.
El primer caso de COVID-19 en Nueva Zelanda se
diagnosticó el 26 de febrero/2020. Esa misma semana, los informes indicaban que
el SARS-Cov-2 se comportaba más como un síndrome respiratorio agudo que como
influenza, lo que sugería que era posible su contención. Ya en marzo, estaba
claro que la transmisión comunitaria se estaba produciendo en un país que no
tenía suficiente capacidad de pruebas y rastreo de contactos. Pero su población
estaba muy bien informada por una fuerte promoción basada en la ciencia, y sus
líderes, cambiaron rapidamente de una estrategia de mitigación a una estrategia
de eliminación. El gobierno implementó un bloqueo estricto de todo el país el
26 de marzo, y después de 5 semanas y con los casos disminuyendo, el país rápidamente
pasó de un nivel 4 a un nivel 3 de alerta por 2 semanas más, que resultó en 7
semanas donde la orden nacional fue de permanecer en sus casas.
A principios del mes de mayo, se identificó el último
caso de COVID-19 en la comunidad, la persona fue puesta en aislamiento lo que
marcó el final de la propagación
comunitaria. El 8 de junio el gobierno anunció el paso a
un nivel 1 de alerta, declarando definitivamente el fin de la pandemia en Nueva
Zelanda 103 días después de haberse diagnosticado el primer caso.
En nuestro país, la miopía y la intolerancia política
impidió oír la voz del presidente del CMD que se desgañitó gritando desde muy
temprano que se tomaran medidas similares a las adoptadas por Nueva Zelanda.
Hoy, estamos pagando con muchas muertes, esa intolerancia y falta de visión.
REFERENCIA: “Eliminación de la transmisión COVID-19 en
Nueva Zelanda. Michael G. Baker, MB, Ch.B./ Nick Wilson, MB, ChB. MPH.
University of Otago, Wellington, Nueva Zelanda. Agosto 7, 2020. DOI:
10.1056/NEJMc 2025203.
Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Domininicana.
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