En 1943 Warren Mcculloch y Walter Pitts presentaron por
primera vez un modelo de neuronas artificiales, acontecimiento que dio origen a
lo que hoy conocemos como Inteligencia Artificial (I.A.). Es a partir de la
década de 1970 que la I.A. se introduce en la medicina con nuevos y avanzados sistemas
computacionales.
Reconocemos que, es una herramienta casi imprescindible
en la formación de todo tipo de profesionales. Uno de los grandes avances de la
ciencia, la tecnología y la innovación, y que, si en la formación de nuestros
médicos hacemos un mal uso de ella, se corre el riesgo de graduar profesionales
con un pobre humanismo y juicio clínico.
La interacción entre humanos y computadoras viene de
muchas décadas atrás y los recientes avances aplicados a la ciencia de la
medicina, han dado lugar a interacciones más efectivas y potencialmente más
peligrosas.
“La aparición de los “Grandes Modelos de Lenguaje”
parecen tener connotaciones que debemos conocer muy bien. Estos modelos, pueden
simular generación de conocimiento y razonamiento clínico con una fluidez
similar a la humana lo que le da la apariencia de procesamiento independiente
de la información”. Por lo tanto, la I.A. puede transformar el aprendizaje y la
práctica médica y como resultado, profesionales altamente capacitados, pero
incapaces de resolver problemas de manera independiente al compararlos con
profesionales formados antes de la aparición de esta interesante herramienta.
La I. A. puede usarse para la descarga cognitiva y el
estudiante depender de ella para reducir su carga de trabajo. Una estrategia
que facilita su participación mental en tareas más exigentes, pero la descarga
de tareas complejas como el razonamiento clínico y las tomas de decisiones
pueden conducir a la automatización y a la pérdida de habilidades previamente
adquiridas. Por otra parte, a medida que la I.A. se expande en las aulas, los
educadores en las escuelas de medicina se ven obligados a supervisar el uso de
una tecnología en la que los alumnos pudieran ser más hábiles que sus
profesores.
Los docentes, deberían aprovechar momentos programados de
reflexión con sus alumnos e invitar a la indagación compartida sobre las
capacidades y limitaciones de la I.A. lo que puede sentar las bases para
momentos educativos que promuevan el pensamiento clínico y una alfabetización
en I. A. para todos.
Concebir la I.A.
como un sustituto del razonamiento y el juicio clínico del médico es un grave
error, porque su rol debería ser, una ayuda para una mejor formación.
REFERENCIA:
Educational Strategies for Clinical Supervision of A. I. Use. August 20, 2025.
DOI:
10.1056/NEJMra2503232 VOL. 393 No. 8
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