La mayoría de las enfermedades de las últimas cuatro décadas, entre ellas
el sida, el virus del Ébola, el virus del Nilo Occidental y el síndrome
respiratorio del Oriente Medio, se han producido a consecuencia de la incursión
del hombre en los distintos ecosistemas vírgenes o en estado salvaje. Por lo
tanto, muchas de las enfermedades que nos afectan, deben ser consideradas como
un problema medioambiental.
Veterinarios, biólogos y otros expertos están estudiando lo que se ha dado
a conocer como “Ecología de las Enfermedades”. Es un proyecto que intenta
dilucidar en base al estudio de cómo el hombre altera el territorio en el que
vive, la aparición de nuevas enfermedades. Están recogiendo muestras biológicas
de sangre, saliva y otros fluidos de distintas especies de animales salvajes
para crear un “Archivo de Virus”, para cuando aparezca un brote infeccioso
nuevo, poder identificar su causa más rapidamente.
Por millones de años un tipo de murciélago ha sido portador del virus
henipah en el sur de Asia, y lo más que le ocasiona este virus a su huésped es
un resfriado común. Pero, una vez que el virus abandona su especie portadora y
pasa a la especie humana, puede ser potencialmente mortal.
El VIH, el virus que produce el sida, comenzó a expandirse desde los
comienzos del siglo XX a propósito de la colonización europea de África. La
explotación de los recursos naturales en zonas remotas del continente africano despertó
un monstruo que había permanecido latente durante milenios.
El virus del Nilo Occidental llegó a los EE.UU. procedente de África y
prosperó en América, porque se adaptó perfectamente a una especie de pájaro
local, el Petirrojo Americano que abunda en las zonas rurales y jardines de
Norte América. Dicho virus, tiene preferencia por ese animal. Y, si a todo lo
dicho le sumamos el tráfico humano por barcos y aviones, y el tráfico de especies
salvajes de un continente a otro, las probabilidades de un estallido
infeccioso de enormes proporciones en
cualquier lugar del mundo, son realmente muy altas.
Los expertos afirman, que la clave para prevenir la siguiente pandemia
radica en comprender lo que ellos llaman el “Efecto Protector” de dejar la
naturaleza intacta. Que el hombre proteja su medio ambiente y la naturaleza que
le rodea. Que proteja a los animales, respetando sus derechos, su dignidad y su
habitat. Pero, si es tan difícil que los
hombres nos respetemos unos a otros, ¿qué se puede esperar?
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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