Si bien es cierto que los niños no deben disponer de mucho tiempo ocioso,
también es cierto, que en estos tiempos les estamos exigiendo demasiado.
Parecería que no les estamos permitiendo ser niños. Tienen que ir al colegio,
hacer las tareas, aprender idiomas, ir al futbol, al ballet y la clase de
música, etc. "Esta sociedad competitiva y global nos obliga", me decía una madre.
A los niños, se les debe permitir de vez en cuando aburrirse para que
puedan desarrollar su capacidad innata de ser creativos, dice una experta en
educación. Teresa Belton, investigadora de la Universidad de East Anglia, en
Reino Unido dijo a la BBC: "Las expectativas culturales de que los niños deben
estar siempre activos podrían obstaculizar el desarrollo de su creatividad e
imaginación”. Ella asegura que los niños necesitan tiempo para no hacer nada y yo digo que los adultos también. ¿Cuántas obras interesantes no han sido
concebidas en la humanidad cuando disponemos de más tiempo, desde el monasterio, el exilio o hasta inclusive la
cárcel?
El aburrimiento se asocia con frecuencia a la soledad, pero estar solo
aveces es bueno, afirma la escritora Meera Syal entrevistada por la Dra. Belton
a quien le dijo: “pasé horas de mi vida, en mi
infancia, mirando a través de la ventana campos y bosques, viendo los
cambios del clima y las estaciones. Y, a la neuróloga y experta en el deterioro
del cerebro Susan Greenfield, quien también le entrevistó, Syal le dijo: “mi
infancia transcurrió en una familia con poco dinero y sin hermanos hasta los 13
años, y me entretenía felizmente inventando historias, y haciendo dibujos de
esas historias”.
Belton, experta en el impacto de las emociones en el comportamiento y el
aprendizaje, dice que “el aburrimiento puede ser una sensación incomoda y por
ello, la sociedad ha desarrollado la expectativa de estar constantemente
ocupado y estimulado. Pero, ser creativo, implica ser capaz de desarrollar un
estímulo interno, porque la naturaleza humana, aborrece el vacio y nosotros,
tratamos de llenarlo, y en ocasiones, eso no es bueno. Por otra parte, a los
niños y jóvenes que no les hemos proporcionado los recursos interiores o las
respuestas para hacerle frente al aburrimiento de una manera creativa, terminan
dando tumbos o haciendo cosas sin sentido”.
En resumen, volvemos a repetir, que la clave está en una palabra:
EQUILIBRIO, en todo, en la educación de
nuestros hijos, en lo que les permitimos y en lo que les exigimos, en lo que
comen o dejan de comer. Y, hay que estar vigilante, para que esta “sociedad
competitiva globalizada” no nos atrape con sus tentáculos impidiéndonos ver
claro el objetivo: que nuestros hijos sean personas felices.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana
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