Si bien es
cierto que conocemos los efectos que la obesidad ejerce sobre la salud física
del niño y el adulto, sus consecuencias sociales no las conocemos muy bien.
¿Cómo puede la obesidad afectar la personalidad del individuo y su relación con
los demás?, ¿cómo puede repercutir a largo plazo en su vida?, ¿cómo los
distintos actores sociales estamos contribuyendo a su solución? Todavía no lo
sabemos del todo. Entonces, hay que reconocer que la obesidad, no es solo un
problema médico, sino también ético y social.
Las
consecuencias emocionales de la obesidad incluyen, baja estima, una percepción
negativa del propio cuerpo y depresión. Toda actitud o acción que estimule
estas consecuencias debe ser considerada como un serio problema ético. El
pediatra como médico de atención primaria, el educador, el endocrinólogo y
nutricionista infantil, y el psicólogo escolar de manera coordinada con los
padres, deberán unir esfuerzos y tomar en cuenta las distintas variables que
afectan al niño obeso, para la obtención de los mejores resultados.
Los prejuicios
que tenemos ante el niño o adulto obeso, nos llevan a convertirlos en objeto de
burlas y discriminación con la creencia de que con ello vamos a motivar a la
persona a perder de peso, o a pensar, que el obeso falla porque es un individuo
indisciplinado o que no tiene fuerza de voluntad. Y es que, la sociedad culpa
constantemente a la víctima en vez de crear las condiciones que
contribuyan a resolver su problema.
En un estudio
de Van den Berg et al. Se encontró que un 25% a un 50% de los niños obesos
objeto de burlas por sus compañeros, eran rechazados por sus propias familias.
Por otra parte, no hay dudas que existe cierta predisposición hacia el adulto
obeso en los lugares de trabajo. Y, que el niño obeso, tiene altas
probabilidades de ser un adulto obeso, para seguir sufriendo en su adultez la discriminación
y burlas que padeció cuando era niño.
En un estudio
que abarcó 400 médicos, estos, pasaban menos tiempo examinando a sus pacientes
obesos y eran menos proactivos en su relación. Se observó que los medios
también discriminan, pues en los casting, las apariciones en T.V. y otros
medios de comunicación rechazan a los
obesos.
En conclusión,
la obesidad infantil, una epidemia mundial de la sociedad actual, puede
repercutir a largo plazo con adultos obesos. Es una condición que debe prevenirse y tratarse desde distintos
escenarios, no solo desde el aspecto médico, dietético y metabólico. Sino
también, desde el aspecto ético, educativo, psicológico y social, evitando los
estigmas y predisposición hacia el niño y adulto obesos, muchas veces víctimas
de nuestros prejuicios.
Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana
Referencia: Reginald L. Washington, MD, Childhood Obesity: Issues of Weight Bias, CDC.
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