Este virus nuevo, de rápida propagación y muy
contradictorio, ha puesto a la humanidad y al planeta patas arriba, pero podría
ser su salvación. Cientos de miles de infectados y casi una decena de miles de
fallecidos hasta el momento, producto de la gran epidemia que predijo hace
cinco años atrás un multimillonario y filántropo norteamericano: Bill Gates. Una
fracción ínfima de ARN o de ADN, invisibles a simple vista, ha obligado al
hombre, a la mujer y a sus hijos a reencontrarse, a estar juntos de la manera
más absurda. Cuando pudimos haberlo hecho por voluntad propia, de una manera
más digna y menos denigrante.
Como consecuencia de las medidas que se han tomado para
detener a este virus, China en pocas semanas ha disminuido su emisión de
carbono a la atmósfera en un 25% y, en Italia, se respira un aire mucho más
sano. Lamentablemente, esto no puede ser considerado un triunfo, tampoco un
motivo para celebrar, dado las circunstancias que han producido estos resultados,
que no han sido el producto de una decisión responsable de los distintos países
y sus gobiernos.
La pandemia, ha producido una de las caídas más bajas de
los precios del petróleo en los últimos 30 años y, una caída estrepitosa en las
acciones de Wall Street que, está generando mucho temor a que se produzca una
gran recesión económica que obligue a comprometer las inversiones en los
programas de producción de energía limpia. Otra paradoja, resultado de la
pandemia producida por un virus contradictorio y oportunista que debe hacernos
reflexionar.
Es tiempo de hacernos mejores personas, de aprender a
vivir en armonía con los demás y nuestro medio ambiente, con la flora y la
fauna. A no permitir que ese aprendizaje sea el producto de otra calamidad en
el futuro similar o peor a la que estamos viviendo. Que esta experiencia
mundial, nos lleve a disfrutar la sencillez, a respetar y querer al otro por lo
que es, no por lo que tiene, a reunirnos y estar en familia porque nos
necesitamos, no por una necesidad. De esta calamidad mundial, la humanidad y
nuestro planeta azul deberían salir beneficiados. Eso dependerá, de los hombres
y las mujeres, de todas las personas que habitamos la tierra.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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