En medio de la algarabía y el ruido en que vivimos, hay
mucha gente sola: niños,
padres, madres, abuelos y abuelas. Muchos, enfermos o en la ruta de estarlo,
porque la soledad enferma y también mata, y lo hace con las personas que más
decimos amar.
Las
personas que se han quedado solas, son más propensas a enfermarse y presentan
una tasa de mortalidad el doble que los que tienen buenos lazos sociales y
familiares.
Steve
Cole y Cols. de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA)
dieron seguimiento a 153 voluntarios entre 50 y 60 años de edad para estudiar
el fenómeno de la soledad. Y, pudieron comprobar que los cambios en la
expresión genética de las
células inmunitarias estaban directamente relacionados con el distanciamiento
social que experimentan las personas en soledad. Sus resultados explican por qué las personas solitarias sufren más
inflamación crónica a pesar de tener altos niveles de cortisol y son más
vulnerables a las infecciones y a otras dolencias. Es una de las primeras investigaciones
científicas publicada en el año 2017 en “Genome Biology” en demostrar en un
marco molecular este problema, y así, poder entender cómo factores sociales se
relacionan a ciertas enfermedades y cómo el medio ambiente puede alterar
nuestra carga genética.
El
genoma humano se altera en situación de soledad, y no depende del número de individuos
con los que uno se relaciona, ni del bullicio a nuestro alrededor, sino, de la
calidad de esas relaciones y de la sensación de aislamiento que sufre la
persona. Porque el ser humano es un animal social. Conociéndose desde hace
mucho tiempo los beneficios que tiene para la salud contar con la compañía de
nuestros seres queridos.
Según
la OMS, las enfermedades cardiacas son la primera causa de mortalidad en todo
el planeta, y aunque el origen de estas enfermedades depende de muchos
factores, la soledad y el aislamiento aumentan hasta un 30% más las
probabilidades de padecer una cardiopatía. Porque la soledad nos rompe el
corazón. Y es que estar solo, es más que un estado psicológico, es una herida
biológica que produce una crisis en las células de nuestros órganos y sistemas.
Acompañemos a nuestros viejos, no los dejemos
solos, procuremos que el tiempo que les pudiera quedar no lo vivan en soledad. Y
pensemos: ¿Qué es lo que nos desean los amigos cuando nos celebran el
cumpleaños? “Que cumplamos muchos años más”, “que tengamos una larga vida”. Nos
desean que lleguemos a viejos. No lo olvidemos.
Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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