miércoles, 3 de octubre de 2012

Hidrocefalia vs Macrocefalia

Si bien es cierto que la hidrocefalia se puede manifestar con agrandamiento de la cabeza, el hecho de que un niño tenga su cabeza grande, no necesariamente significa que tenga hidrocefalia.

Me viene a la memoria una joven madre que me visitó hace ya algún tiempo. Estaba muy angustiada, porque en el hospital de su pueblo le habían dicho que su pequeño y único hijo de siete meses, “seguro que tenía hidrocefalia”. 
La palabra hidrocefalia viene del griego “hidro” que significa agua y “céfalo” que significa cabeza, conociéndose antiguamente ésta enfermedad como “agua dentro del cerebro”.  En realidad, esa “agua” no es más que el líquido cefalorraquídeo que rodea todo el cerebro y la médula espinal para mantenerlos prácticamente flotando, haciendo de amortiguador y protección ante la eventualidad de traumas externos.

Si por una infección, por alguna malformación congénita, por una hemorragia intracraneal o cualquier otra afección médica, la circulación del líquido cefalorraquídeo se obstaculiza, o su producción y reabsorción se ven entorpecidas, el líquido se acumulará, produciéndose en el niño una dilatación anormal de unos espacios en el cerebro llamados ventrículos, con el consiguiente agrandamiento de su cabeza.

Eso es hidrocefalia. La gran mayoría de niños con macrocefalia, no son más que niños cabezones, que además, no presentan ninguna anomalía neurológica. Si en el caso a que he hecho referencia al principio de éste escrito, el médico que atendió a esa madre y a su bebé, se hubiese detenido a hacer un buen interrogatorio, habría descubierto, que por la línea paterna del niño, todos son cabezones.

Sin necesidad de hacer tomografías o estudios especiales, con un adecuado examen físico, habría descubierto, que ese bebé no presentaba ningún síntoma o signo neurológico anormal. Si en ese hospital se hubiese tenido un registro aunque fuese manuscrito del patrón de crecimiento del cráneo de ese bebé y no se hubiese externado un diagnóstico a la ligera, a esa madre se le habría evitado: horas y días de angustia, viajes y gastos innecesarios.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra - Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana


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