“Una de las
situaciones éticas más complejas en pediatría es la que involucra a familiares
cuyas creencias religiosas interfieren con el tratamiento médico estando en
juego la vida del paciente, y si éste ya ha alcanzado la mayoría de edad. Este
mismo mes, “Ethics Rounds” presentó un caso que implica una situación
médico-legal. Una joven de 18 años de edad testigo de Jehová que padece de
falcémia, se presentó con anemia severa. Urgentemente su médico ordenó una
transfusión de sangre, pero la paciente y sus familiares rechazaron esa orden.
¿Deberá éste médico dejar morir a la paciente?, ¿existen otras alternativas?”(Pediatrics
online, agosto19/2013).
“Los testigos
de Jehová entienden que la prohibición bíblica sobre lo que consideran un mal
uso de la sangre, es uno de los más antiguos mandamientos de las sagradas
Escrituras. Se remonta a los tiempos de Noé cuando Dios dio su consentimiento
al hombre para que comiera carne, con la condición de no ingerir sangre (Gén.
9:4)” (Comité de Ética Asistencial, San Sebastián, España). Sin embargo, muchos
testigos de Jehová aceptan la autotransfusión siempre que se emplee un circuito
cerrado conectado a su sistema circulatorio y sin que su sangre sea almacenada.
Resulta
interesante saber, que la prohibición de las transfusiones de sangre fue
adoptada por los testigos de Jehová en fecha relativamente reciente, en 1945.
Mucho tiempo después de la primera guerra mundial (1914-1918), cuando se inició
el uso de la sangre almacenada. Ya para 1945, las transfusiones de sangre no
eran nada nuevo.
El Comité de
Ética Asistencial de San Sebastián en España entiende que en situaciones de
urgencia, si está en peligro la vida del paciente y, en menores de edad, se
proceda a la transfusión, que se informe al paciente de acuerdo a su grado de
madurez, y también a sus familiares. La información se enviará a un juez y al
fiscal de la jurisdicción con carácter informativo. Y, sin esperar la respuesta
oficial, se proceda a la transfusión.
La autonomía
del paciente deberá siempre ser respetada respecto a si acepta o no un procedimiento
médico. Yo no puedo hacer el mal a otro, aunque me lo pida, pero tampoco puedo
obligarlo a aceptar el “bien” que yo entiendo debo hacerle. En medio de ésta
disyuntiva está el médico, obligado a hacer la mejor práctica acorde con los
estándares aceptados internacionalmente, pero al mismo tiempo, pasible de ser
demandado.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo,
República Dominicana
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