Se sabe desde hace mucho tiempo que las bebidas “soft” o refrescos a base
de gas y cafeína no son buenas para la salud. Sin embargo, mucha gente
desconoce, que su uso frecuente, puede repercutir en los niños con
manifestaciones no deseadas de su conducta. Para agosto/2013 la revista médica
Journal of Pediatrics publicó un estudio realizado en el Hospital de niños de
Cincinnati, Ohio, titulado: “Soft Drinks and Behavioral Problems in Young
Children “o “Bebidas suaves y problemas de conducta en niños pequeños”.
Los EE.UU. es el país que más bebidas gaseosas per cápita consume en el
mundo, y la tendencia es a imitarlos. Si
bien es cierto que el consumo exagerado de estas bebidas se ha asociado en los
adolescentes a mayor agresividad, depresión e ideas suicidas, no existían
estudios en niños más pequeños, en los que también estas bebidas se asocian a:
agresión, dificultad para poner atención y
síndrome de supresión, que son los síntomas que aparecen cuando a un adicto
se le suprime la droga.
Shakira Suglia, ScD, y colegas de Columbia University´s Mailman School of
Public Health, Universidad de Vermont y la Escuela de Salud Pública de Harvard entrevistaron
a 3, 000 familias cuyas madres explicaron el consumo diario de bebidas
azucaradas con gas en sus niños de unos 5 años de edad. El 40% consumía una
bebida de ese tipo por día, y el 4%, una cifra nada despreciable, consumía cuatro
o más bebidas de estas al día. Los resultados sugerían, que a mayor consumo,
mayor era la agresividad del niño en su comportamiento diario, más problemas de
concentración y dificultad para prestar atención en las clases, comparados con
los niños que no consumían gaseosas o lo hacían muy poco. Los niños del grupo
del 4% que consumían a diario muchas de estas bebidas, habían atacado
físicamente a sus compañeros, se habían metido en peleas o habían destrozado
sus propias pertenencias o las ajenas.
Además, hay que agregar, que el consumo excesivo de bebidas azucaradas se
asocia a mayor riesgo de problemas cardiovasculares y predisposición a la diabetes. Con el azúcar
de las frutas se corre el mismo riesgo. Cuando una madre le ofrece a su hijo
5-6 onzas de jugo de naranja, habrá exprimido muchas naranjas y le estará
ofertando al niño mucha azúcar. Entonces, ofrézcale la naranja, así, habrá
ingerido menos azúcar y muchas fibras, y se sentirá satisfecho con menos.
Por otra parte, la moderación y el sentido común deben ser las reglas de
oro, para no caer en el otro extremo de impedirles a nuestros hijos que tomen
algún refresco o ingieran algunos dulces si son invitados a una fiesta. Porque
de lo que se trata es, del hábito, de lo que hacemos todos los días.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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