El 22 de
abril, día de la tierra, coincide con el nacimiento de John Muir, un
naturalista americano cuyos escritos, ensayos y libros, describen sus aventuras
en la naturaleza. Es una fecha para rendir homenaje a nuestro planeta, y su
propulsor fue el senador estadounidense por el estado de Wisconsin Gaylord
Nelson, para crear una conciencia común sobre asuntos que nos afectan a todos:
la super población, la contaminación, biodiversidad, el cuidado y respeto al
medio ambiente etc.
Esta
celebración se remonta al año 1968 cuando Morton Hilbert (ambientalista y
profesor de Salud Pública) y el Servicio
de Salud de los EE.UU. organizaron un simposio sobre “Ecología Humana” para que
los jóvenes escucharan a los científicos hablar sobre los efectos que el deterioro ambiental podía tener sobre
la salud humana. Pero, la primera manifestación se produjo el 22 de abril de
1970 donde participaron dos mil universidades, diez mil escuelas primarias y
secundarias y cientos de comunidades. Estas manifestaciones masivas, obligaron
al gobierno de los EE.UU. a crear la” Agencia de Protección Ambiental” y,
producir leyes para la protección del medio ambiente. Lo paradójico es, que
estas políticas ambientalistas se vean opacadas en la actualidad desde las más
altas instancias del poder político de esa gran nación.
Ya lo he
escrito en más de una ocasión: desde muy temprano tenemos la obligación de
enseñar a todos los niños del país a proteger
a la naturaleza y al medio ambiente, hacerles conscientes de que hay que cuidar
las plantas, los ríos, los arroyos, las playas y los mares, las aves y demás
animales, porque así, nos cuidamos a nosotros mismos. Porque si las
generaciones actuales no hemos sido capaces de hacerlo, las que vienen, están en la obligación. Por su propia
supervivencia.
Debemos educar
desde nuestro lugar de influencia a los padres, y estos, a sus hijos. Desde las
escuelas y universidades. Enseñarle al niño desde sus primeros meses y años de
vida a interactuar con las demás personas, a que sea compadecido y solidario.
Llevarlo al campo, al zoológico, al botánico, al Mirador Sur y al Norte, y, si
esto no es posible, sacarlo al patio, a interactuar con los elementos y
enseñarle el respeto no solo por las personas, sino también por los animales,
las plantas y todos los seres vivos que nos rodean. Es una buena manera de
celebrar el 22 de abril y todos los días, “El DÍA DE LA TIERRA”.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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