Los miles de
muertos que tenemos hoy debido a la pandemia producida por este nuevo virus, es
triste decirlo, son pocos, comparados con los cientos de miles de niños y
adultos que mueren en este mundo de guerras, migraciones forzosas, narcotráfico
y enfermedades. Un mundo donde el 1% de su población posee el 90% de las
riquezas del planeta.
125, 000 niños menores de 5 años mueren anualmente solo
por enfermedades de transmisión alimentaria (enfermedades por ingestión de
alimentos contaminados o adulterados), muertes que representan el 34% de las
muertes infantiles, en un rango de edad que es solo el 9% de la población
mundial (OMS/OPS).
China, después de la epidemia del SARS 2002-2003, (Severe
Acute Respiratory Sindrome), creó un sistema de notificación obligatoria de todas
las enfermedades infecciosas para detectar cualquier brote antes de que se
propagara en ese país. Pero no funcionó para el Covid-19 al dejarlo en manos de
sus políticos que prefirieron no divulgar “noticias negativas” para no
perjudicar su economía. No hicieron caso de las denuncias del Dr. Li Wenliang y
su grupo quien muy a tiempo alertó sobre la aparición de un nuevo virus muy
parecido al SARS que podía ser muy agresivo. Días después el Dr. Li moría
infectado por ese virus. El resto de la historia lo conocemos todos.
“Recientemente, 25 países de América Latina se juntaron con
el compromiso de coordinar el abastecimiento suficiente de alimentos inocuos y
nutritivos para alimentar a más de 600 millones de personas de la región
mientras dure la pandemia, ha informado la Organización de las Naciones Unidas
para la alimentación y la Agricultura FAO” (El Caribe, abril 4/2020). Acuerdo
firmado por los ministros y secretarios de agricultura, ganadería, pesca,
alimentación y desarrollo rural, comprometidos a actuar coordinadamente para
lograr ese objetivo común. Otra acción
que debimos haber emprendido no como respuesta a una crisis. Debimos haber
aprendido hace tiempo, a pagar y a ganar lo justo, a prevenir la enfermedad, a
promover la educación y a defender la vida. La de todos. No la de unos pocos.
Esta pandemia, para la que todavía no hay una estrategia para salir de ella,
deberá enseñarnos a ser humildes y compadecidos, a vivir en justicia y en
convivencia respetuosa y civilizada. Más cerca de Dios.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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