Desde hace años existe una corriente de rechazo a las
vacunas y en estos días, se oyen voces contra las nuevas vacunas que habrán de
surgir si queremos detener el ritmo de enfermedad y muerte de la COVID-19.” Yo
no me pongo esa vacuna”, nos dicen, y cuando preguntamos por qué, los
argumentos son diversos, con un común denominador en todos: no hay evidencia
científica que los respalde.
Cuando nos ponemos una vacuna, lo que se introduce en
nuestro cuerpo es un virus o una bacteria muerta o debilitada que no está en
capacidad de producir enfermedad. Pero que es capaz de engañar a nuestro
sistema inmunológico que entiende que nos vamos a enfermar y comienza a
producir anticuerpos contra esa enfermedad que todavía no se ha producido.
Cuando unos padres vacunan a sus hijos contra el tétano no le están induciendo
a enfermarse de tétano, le están evitando una terrible enfermedad. Cuando
comencemos a vacunar contra la COVID-19 estaremos evitando la enfermedad, no
produciéndola, porque de la manera como se están elaborando las vacunas eso no
es posible. Yo particularmente, desde que esa vacuna llegue al país me la pongo
y recomendaré a mi familia a que lo haga, como he recomendado en el ejercicio
de mi profesión vacunar contra la rabia a todo niño que ha sido mordido por un
perro u otro animal sospechoso.
Las vacunas como cualquier antibiótico o producto que
podamos tomar o inyectarnos, pueden producir un efecto secundario no deseado,
pero al comparar esos efectos con sus beneficios, la balanza se inclinará
siempre por usar el antibiótico o la vacuna que está en capacidad de
protegernos.
AstraZeneca – Universidad de Oxford tiene una vacuna con
una efectividad de un 70%. Pfizer-BioNTech otra con una efectividad de un 95% y
laboratorio Moderna informó que la suya tiene una efectividad de un 94%, todas
sin efectos secundarios importantes que ya han sido evidenciados
científicamente. En una pandemia como la que estamos padeciendo, mortal e
impredecible en sus efectos y secuelas, disponer de una vacuna incluso con una
efectividad aún menor, siempre será beneficioso.
Mientras los
procesos rigurosos de la producción de las vacunas contra COVID-19 se agotan,
sigamos vacunando a nuestros niños y adultos contra las enfermedades y con las
vacunas conocidas, lavémonos las manos, evitemos el aglomeramiento y usemos la
mascarilla.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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