Me preguntan: ¿Ese virus, por qué se llama así? ¿Qué
produce? ¿Es nuevo? Es un virus respiratorio muy contagioso, se conoce desde
los años cincuenta del siglo pasado, que produce una infección respiratoria muy
similar al resfriado común, que se complica con bronquiolitis y neumonía en los
bebes, lactantes y niños pequeños sanos, que puede llevar al niño a la unidad
de cuidados intensivos y a la muerte; y también a los adultos mayores. Se llama
Sincitial Respiratorio, porque cuando el virus se pone en contacto con el
epitelio de la mucosa de las vías respiratorias forma un sincicio, sincitio o
agrupamiento celular.
En mis tiempos de médico interno, los pediatras trataban
a los niños con asma y bronquiolitis metiéndolos en una cámara de plástico a
respirar oxígeno húmedo en una atmósfera de micropartículas que se suponía
debían llegar al pulmón del niño; y medicamentos que hoy están obsoletos. La
mayoría de esos niños
morían. Hoy es distinto. Ya sabemos, que no basta con inyectarle a la
embarazada el toxoide tetánico para evitar en ella y su bebe el tétanos perinatal.
Que existen vacunas contra el VSR, el SARS-Cov-2 (Covid-19), la influenza y contra
otros virus y bacterias, como medida para la preservación de la salud de la embarazada
y la de su hijo.
Existen unidades
de cuidados intensivos para evitar muertes en adultos, neonatos, lactantes y niños
mayores. Administramos directamente al pulmón del recién nacido el surfactante,
un medicamento que va a evitar el colapso pulmonar en los niños que nacen con
el síndrome de distrés respiratorio o membrana hialina. Disponemos de
suficientes hospitales de tercer nivel, que son necesarios y que deberían ser
centros de referencia, en zonas estratégicas del país, para resolver los casos
complejos que no es posible resolver en centros de más bajo nivel.
A pesar de tantos avances, no se pueden esperar
diferentes y buenos resultados haciendo siempre lo mismo. Es penoso ver, cómo
se nombran o se sustituyen directores de hospitales y técnicos capacitados solo
por simpatías partidarias. Cómo se repiten inversiones de miles de millones de
pesos y dólares en remodelar, construir y reconstruir hospitales. En equipos de
última generación para tratar de resolver lo que se pudo evitar. Porque estamos
todavía en la enfermedad y no en la prevención. La población carece de agua
potable, las vacunas no están todas ni llegan a todos; y no existe un programa nacional
eficiente y permanente pro lactancia materna. No hemos podido diseñar una
atención primaria sectorizada con garantías de continuidad y sostenibilidad,
independiente de quién esté en el gobierno. Así ha evolucionado la Salud
Pública Dominicana: errática y sin metas definidas a largo plazo.
Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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