lunes, 14 de marzo de 2011

Hormona de crecimiento: Uso y abuso

La hormona de crecimiento humana es una proteína compuesta por 191 aminoácidos y es producida por la hipófisis, una glándula situada en el centro del cerebro. Su uso se limitó por muchos años a niños con déficit de dicha hormona y retraso de su crecimiento, pero en la actualidad, se aplica indiscriminadamente a personas sanas.

Hay dos formas de conseguir el aumento de sus niveles en sangre, la inyección de la hormona o la ingesta oral de productos capaces de inducir su liberación por la hipófisis. Hasta mediados de la década de los ochenta, la única manera de producir la hormona de crecimiento era obtenerla de hipófisis de cadáveres pero cayó en desuso por complicaciones y muertes asociadas a su administración. Actualmente, dicha hormona, está disponible en el mercado una hormona sintética humana obtenida por ingeniería genética del ADN.

Atletas de alta competición usan aminoácidos bajo la forma de preparados comerciales para estimular la síntesis de la hormona de crecimiento por la hipófisis. Estos competidores o atletas sanos se enfrentan a serios problemas médicos, uno de ellos es la acromegalia que consiste en el crecimiento anormal de manos, cara y pies que es un trastorno irreversible asociado a su uso. Si bien en muchos casos no aparece la acromegalia como tal, en estos individuos se aprecia una modificación de su fisionomía por aumento de la densidad ósea en esas áreas.

La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios considera que “existe un uso abusivo de la hormona de crecimiento en personas sanas, sobre todo con fines no autorizados y perjudiciales para la salud como aumentar el rendimiento físico y retardar o prevenir el envejecimiento”.

La hormona está autorizada para el tratamiento de enfermedades ligadas a un déficit de la misma o para pacientes con retraso del crecimiento donde se ha demostrado que es eficaz y segura. En ese sentido dicha agencia señala además que "en las situaciones clínicas para la que está autorizada, el beneficio que se obtiene con su aplicación supera ampliamente sus riesgos potenciales y la relación beneficio-riesgo de su uso es claramente favorable. Es científicamente incorrecto suponer que personas con niveles normales de hormona de crecimiento se vayan a beneficiar con la administración de la misma."

Es irracional y la población debe estar advertida que inyectar esta hormona a personas sanas sin haberle diagnosticado un déficit es exponerse alegremente a la retención de líquido, diabetes, trastorno de la tiroides, aumento de la presión intracraneal y a favorecer el desarrollo de tumores.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra - Neonatólogo
Santo Domingo - República Dominicana



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