El cólera viaja con el hombre, se detiene donde éste descansa y reanuda su
viaje en el momento y en la dirección que el hombre lo hace. Solo para recordar
uno de los primeros casos de cólera reportados en la República Dominicana,
traído a nuestro país por un ciudadano haitiano que pasó por Santiago, se
detuvo en Santo Domingo para luego ser declarado con la enfermedad en la ciudad
de Higuey en el año 2010. Semanas más tarde, centenares de casos de cólera se
produjeron en nuestro país.
Presumiblemente, el origen de la epidemia que azotó Haití ese año, fue la
contaminación de las aguas del río Artibonito, las que son consumidas por las
personas de esa región. Un grupo de la ONU investigó muestras de deshechos
sospechosos que se filtraron al río desde una base del equipo de ayuda nepalés
que pudo contaminarlo. Vicenzo Pugliese, miembro de la Minustah confirmó
posteriormente la validez de las pruebas.
El cólera afecta a todos los grupos de edad, pero los más susceptibles a complicarse
y morir, son los niños y los envejecientes. Y, la causa de la muerte es el
shock que se produce por las grandes pérdidas de agua y electrolitos producto
de los vómitos y las diarreas que en los casos más graves, pueden hacer perder
al paciente hasta 30 litros de líquido en un día. Su origen, la contaminación
fecal del agua y los alimentos que ingerimos.
El brote epidémico de cólera surgido en Haití hace cinco años, ha sido uno
de los peores de la historia reciente con más de 600 mil casos de personas
infectadas y más de ocho mil muertes. Y, aunque los CDC (Centros para el
Control de Enfermedades) de los EE.UU. con la colaboración de la Rep.
Dominicana y otros países comenzaron a trabajar junto al Ministerio de Salud de
Haití para minimizar su impacto, nuevos casos de cólera continúan emergiendo en
ese país. La experiencia acumulada de brotes epidémicos de cólera en épocas
pasadas alrededor del mundo sugiere, que Haití puede ser un foco de transmisión
de cólera debido a la triste realidad de sus condiciones sanitarias.
En conclusión, la República Dominicana está en el deber de comenzar por
vacunar a todos los habitantes de las zonas más susceptibles con vacunas orales
reconocidas por su eficacia e inocuidad en la India, Vietnam y Bangladesh. Debe
educar a la población sobre el buen uso del agua y los alimentos, del lavado de
las manos y cómo y dónde defecar. Y, la sociedad, debe exigir con urgencia, un
control estricto del trasiego de personas a través de nuestra frontera.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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