Desde que Leo
Gerstenzang inventó el hisopo en el año 1923 al ver a su esposa limpiar los
oídos de su bebé con un palillo. Y,
aunque este dispositivo suele tener múltiples usos, la principal
aplicación que las madres todavía le dan es, limpiar los oídos de sus hijos.
Los pediatras recomendamos limpiar las orejas, no el canal. Que si se sospecha
un daño, cuerpo extraño o tapón de cerumen, se visite al pediatra o al
otorrino. Que dejen a un lado la manía
por remover la cera, porque ésta, es un material de protección del oído, que
tiene su propio mecanismo para removerla.
Existe un
estudio que abarcó desde el año 1990 al 2010 en el que se estimó que más de
263, 000 niños menores de 18 años fueron atendidos en las emergencias de
distintos hospitales de los EE.UU., con daños relacionados a la introducción de
objetos en los oídos. Los más afectados fueron los niños de 0 a 3 años de edad
cuyas madres intentaron limpiar sus oídos, representando el 73. 2%. Y las
causas más frecuentes de las visitas fueron: limpieza del oído del niño por sus
madres, auto limpieza en los mayores, sensación de cuerpo extraño, sangrado de
oídos, impactación de cerumen y perforación del tímpano. El estudio en cuestión
se realizó utilizando “The National Electronic Injury Surveillance System”
(NEISS), una base de datos representativa que describe la epidemiología y los
daños asociados al trauma de oídos en edades pediátricas por el uso de objetos
en el canal auditvo.
Los primeros
reportes que relacionaron la introducción de hisopos en el oído y sus riesgos,
se conocieron en 1972 citando perforaciones de la membrana del tímpano, otitis
externas e impactación de cerumen. Y si bien es cierto, que la mayoría de los
casos son despachados a sus casas, también es cierto, que hay secuelas de
tratamientos a largo plazo como son los casos de perforaciones timpánicas,
pérdida de audición, luxación de los huesecillos del oído, parálisis facial, y
algunos casos s reportados de abscesos cerebrales y meningitis.
Aunque las
lesiones del oído por “limpieza “realizadas en el hogar han disminuido, no hay
dudas que todavía su prevalencia es alta, por lo que es necesario recordar a
las madres, que esa práctica sencilla y aparentemente inocua, puede ser peligrosa.
Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana
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