Igualdad de género
significa, que hombres y mujeres, niños y niñas deben ser medidos con la misma
vara, las mismas sentencias en justicia, iguales oportunidades y el mismo
respeto a sus derechos y dignidad sin discriminación por su género o sexo. Como
es una perversión, que personas a cargo de niños en centros de enseñanza
celebren jubilosos y públicamente que un chico(a) haya declarado que ha “salido
del closet”. Permitir que niños y niñas usen los mismos baños y duchas, más que
inclusión o igualdad es promover la promiscuidad. Y, es una injusticia que se
esté legislando para impedir a los padres buscar ayuda profesional para un
hijo(a) con disforia de género.
Un prepúber no tiene una
conciencia clara de quién es como persona. Cuando ese niño que es biológicamente
sano cree que es una niña o viceversa, existe un problema que está en su
psiquis y no en sus cromosomas o fisiología corporal, y como tal debe ser
tratado. Esta condición se conoce como disforia de género, que es un trastorno
mental reconocido como tal en el DSM-5 o Manual de Diagnóstico y Estadísticas
de la Asociación Americana de Psiquiatría. Según este manual, el 98% de los
niños y el 88% de las niñas confundidos con su género, eventualmente después de
la pubertad aceptan su condición biológica y su sexo. Y, la misma fuente afirma
que en Suecia, un país con una gran población LGBT, la tasa de suicidios es 20
veces más alta en adultos que antes usaron hormonas o tratamiento quirúrgico
para cambiar de sexo.
La discriminación, en cualquiera de sus
manifestaciones es inaceptable no importa las “razones” que pretendan
justificarla. Los adultos, siempre podrán ser libres de elegir su estilo de
vida, educación o preferencias. Pero, inducir a un niño(a) a que crea que tiene
la capacidad y libertad para elegir su sexo, o confundirlo para que no pueda
diferenciar entre igualdad, inclusión y promiscuidad. Inducirlo a que entienda
que puede usar un mismo baño porque entre él y ella no hay diferencias. Impedirle
acceder a una adecuada asistencia profesional en la etapa más vulnerable de su
desarrollo, Y, que todo ello provenga de las personas llamadas a orientarlo y a
educarlo, además de ser un abuso a la niñez, es una perversión.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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