domingo, 5 de enero de 2020

El ojo del niño en los tiempos de la modernidad

 El niño al nacer tiene una visión borrosa. Alrededor de los 2 a 3 meses puede fijar su vista, seguir algún objeto y reconoce el rostro de sus padres. Entre los 3 y 4 meses aparece la visión binocular, es decir, que puede usar ambos ojos de manera coordinada, aunque bizquee o desvíe los ojos por momentos. Entre los 4 y 6 meses puede ver los colores y alrededor de los 5 comienza a desarrollar su visión tridimensional, a reconocer las distancias y la profundidad de las cosas hacia los 6 meses de edad. A los 8 meses el color de sus ojos es el definitivo, y entre los 18 meses y los dos años es capaz de reconocerse a sí mismo ante un espejo. Es al cumplir los 8 años que ya ha alcanzado su madurez visual, edad en la que cualquier daño o defecto, si no se ha detectado, es muy difícil que se pueda corregir. 

El estrabismo, no es solo un problema de estética, es algo que, si no se corrige a tiempo, puede producir problemas del aprendizaje y del rendimiento escolar. Un ojo vago, no lo puede detectar el pediatra y mucho menos los padres y, en la adultez, es un problema sin solución, a pesar de la gran plasticidad del cerebro humano y los últimos intentos por corregirlo.

El uso excesivo de las pantallas, le quita al niño el tiempo que pudiera utilizar jugando con otros niños, para hacer algún deporte y, favorece su sobre peso y obesidad. El uso excesivo de la visión cercana (iPad, celulares) es causa importante de cefalea y miopía, la nueva epidemia infantil mundial. Cerca del 33% de los niños y adolescentes que usan de manera permanente estos dispositivos sufren del síndrome de fatiga visual, porque ver de cerca por mucho tiempo, produce en el ojo unos cambios en la longitud visual que inducen a la miopía.

La moderación y el sentido común es fundamental en todo lo que hacemos. Porque tampoco es un pecado y, es muy válido, permitir el iPad al niño que va molestando a los demás cuando hacemos un viaje. Y, reconocer, que la modernidad y la tecnología tienen cosas muy buenas:  los recursos que ponen a nuestro alcance, para que podamos referir al recién nacido prematuro en sus primeros días y al niño a término en sus primeros meses a su primera evaluación con el oftalmólogo pediátrico. 

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