Hay una relación directa
entre el tiempo que se deja de asistir a la escuela y el retorno a las aulas.
Es decir, a mayor tiempo sin asistir a las aulas, mayores son las probabilidades
de que el estudiante no regrese a las mismas. Y, para cualquier país, esto es
peor que la peor de las pandemias. Porque las pandemias son limitadas en el
tiempo, mientras que la ignorancia permanece para siempre.
Por este medio y otros, hemos
repetido, que ya es tiempo de que nuestros niños y jóvenes de una manera
ordenada, regresen a la escuela y que se tomen las medidas de rigor para que esa
apertura se produzca. Porque las calles, los restaurantes, los supermercados,
los bancos en este país están abiertos y, el llamado confinamiento, que no es
tal, solo se les aplica a las escuelas, colegios y universidades.
Es preferible que el niño
vaya a la escuela o al colegio donde estará, aunque sea mínimamente vigilado, a
que se quede al cuidado de una vecina o de su hermanita mayor. Que pueda ser
sujeto del programa de la tanda extendida donde recibirá desayuno, almuerzo y
merienda, mientras sus padres se la buscan para proporcionarle la cena.
Los índices de
desnutrición que habían bajado en nuestros países, se están elevando debido a
un “confinamiento “de niños hijos de padres desempleados. La obesidad en el
otro lado del espectro social es una epidemia en aquellos que han permanecido
comiendo hasta más no poder sin ejercitarse y estudiando hasta menos poder. La
Miopía será la próxima epidemia por el uso de las pantallas que antes de esta
pandemia ya era un problema de salud pública. Y, no es que rechacemos la
tecnología, esta será necesaria siempre que su uso no exceda lo justo, y que no
afecte negativamente la salud de nuestros niños y la de sus padres.
Debemos aprender a manejarnos
dentro de esta pandemia de la misma manera que el mundo lo hizo con la pandemia
de gripe del año 1918 en la que fallecieron más de 60 millones de personas. La
humanidad siguió haciendo una vida productiva, los niños continuaron jugando,
asistiendo a sus estudios y visitando a sus abuelos. A pesar de que la gripe
siga matando más de 500 mil personas cada año aún después de la aparición de
las vacunas.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana.
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