El herpes zoster conocido como culebrilla, es una enfermedad que afecta a
personas de edad, y existe para ella una
vacuna que creo todavía no ha llegado a nuestro país. Una de cada tres personas
la contraerá en algún momento de su vida, y, el riesgo aumenta a medida que se
envejece.
Clínicamente se presenta como un sarpullido o ampollas que siguen el
trayecto de los nervios, afectando las extremidades y la cara, lesionando a veces
los ojos y los oídos. Es muy frecuente en el tórax a lo largo de los nervios intercostales. El
paciente puede presentar además, fiebre,
cefalea, escalofríos y malestar general. El dolor se describe como
insoportable, quemante, punzante o como descarga eléctrica. Muchas veces puede
invalidar a la persona impidiéndole
hacer una vida normal.
La enfermedad es producida por el virus varicela zoster, el mismo que
produce la varicela. Por razones que no conocemos del todo, una vez padecida la
varicela, el virus se queda latente en el organismo, para reaparecer años o décadas después en forma de
culebrilla. Esta, no se transmite comúnmente de persona a persona, pero si
alguien se pone en contacto directo con las lesiones o ampollas, sin haber sido
vacunado o sin haber padecido la varicela, se podrá infectar de varicela, pero
no le dará la culebrilla. Por otra parte, todo individuo que de niño padeció
varicela porque no fue vacunado, al envejecer, es susceptible de padecer la
culebrilla en cualquier momento. De ahí, el valor preventivo de las vacunas.
El Comité de Asesoría para la Práctica de Inmunizaciones (ACIP) y los
Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los EE.UU. han recomendado,
que los adultos mayores de 60 años reciban la vacuna contra el herpes zoster
como parte de los cuidados rutinarios de la persona envejeciente.
El pediatra, es el médico vacunador por excelencia, por eso, los niños de
hoy son más saludables que los de ayer. Especialistas como el médico familiar,
neumólogos, obstetras, internistas, cardiólogos etc, están en el deber de hacer
lo mismo, porque en el otro extremo de la vida hay una población que ellos
atienden, que sufren enfermedades prevenibles con vacunas. Los adultos y envejecientes
deben ser vacunados contra la difteria, el tétanos y la tosferina, enfermedades
que están resurgiendo por falta de refuerzos. Hay que vacunarlos contra el
neumococo para prevenir la neumonía adquirida en la comunidad, y cada año contra la influenza estacional, enfermedad que puede acabar con la vida de
cualquier envejeciente. Y, como se supone que vamos a vivir más, lo justo
sería, que esos años los vivamos en salud.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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