Las convulsiones en el niño, secundarias a las vacunas, son raras, y cuando
se producen, casi siempre obedecen a otra causa. Entonces, que no se culpe a
las vacunas. Décadas atrás se relacionó casos de convulsiones febriles y
ciertos efectos neurológicos con la vacuna de la tosferina. Sin embargo,
estudios más recientes que compararon a niños vacunados que sufrieron convulsiones,
con otros niños que también tuvieron convulsiones febriles sin haber recibido
ninguna vacuna, no encontraron diferencias entre unos y otros.
El miedo a complicaciones neurológicas secundarias a las vacunas ha
influido en la no aceptación de algunos
grupos de padres para vacunar a sus hijos, y los resultados han sido malos. Si
bien es cierto que los riesgos de sufrir convulsiones febriles después de una
vacunación pueden incrementarse, dichas convulsiones, pueden ser la primera
manifestación de una condición neurológica hasta entonces desconocida.
Recientemente, científicos de los Países Bajos han investigado la etiología
de las convulsiones ocurridas en 990 niños menores de dos años en las primeras
24 horas después de haber sido vacunados con vacunas de virus inactivados, y 7
a 12 días después de haber recibido vacunas de virus vivos atenuados. Todos los
niños, formaban parte de un estudio de prevalencia del Síndrome de Dravet
(epilepsia mioclónica grave de la infancia descrita por Charlotte Dravet en
1978).
De 45 niños con epilepsia que fueron identificados en el estudio inicial,
19 habían sufrido convulsiones antes de que se le administrara vacunas, 23 de
26 niños con convulsiones relacionadas a vacunas en 3 se identificó
encefalopatía preexistente, epilepsia controlada en 8 y, desarrollo de
encefalopatía epiléptica en 12. El síndrome de Dravet se diagnosticó en 8 de 12
los que desarrollaron encefalopatía epiléptica. En conclusión, en el 65% de los
niños en los que se asociaba la convulsión a las vacunas, se encontró, que
tenían una enfermedad genética,
estructural de fondo. (Deborah
Lehman MD, “Sizures after vaccination: Don´t blame de vaccines”, reviewing
Verbeek NE et al. Pediatrics, septiembre 15/2014).
Creo entonces, que podemos afirmar, que la vacuna podría no ser la
responsable de que un niño convulsione, más bien puede ser una pista para seguir
investigando. Si un niño convulsiona después de haber recibido una vacuna, es
deber de los padres y su médico seguir estudiando a ese niño, porque esa
convulsión pudiera ser la primera manifestación de una enfermedad latente y la
vacuna el elemento precipitante.
Sin ninguna evidencia científica que
los avale, algunas personas o grupos le han atribuido a las vacunas ser las
responsables del aumento del autismo en los niños y muchas otras enfermedades
más. Las vacunas como cualquier fármaco o biológico, pueden producir efectos
secundarios, pero de lo que no hay duda es, que son las responsables de una mejor
salud en la población mundial. Tampoco hay dudas, que los países que han dejado
de usarlas haciendo caso a recomendaciones infundadas, han tenido que volver a
aplicarlas. Lo cierto es, que para que una vacuna sea aprobada para su
aplicación en humanos, tiene antes que pasar por un estricto escrutinio
científico y demostrar su eficacia e inocuidad. Por último, soy de los que
cree, que toda enfermedad que pueda ser prevenible por una vacuna, es un deber
del médico recomendar su aplicación.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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