Ignorar la evidencia
científica puede resultar muy caro en términos económicos y de salud humana.
Cuando los padres han dejado de vacunar a sus hijos influenciados por personas
que sin evidencia científica relacionan las vacunas con enfermedades en los niños,
es causa de que hayan reaparecido el sarampión, tosferina y otras enfermedades
que estaban controladas o erradicadas. Cuando se hace uso de productos naturales,
alternativos o vitamínicos para “curar” enfermedades que ni siquiera la ciencia
médica conoce sus causas, los resultados son desastrosos.
El pasado 11 de
febrero/2019 la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) de los EE.UU. tomó
medidas contra 17 compañías de suplementos dietéticos por afirmar que pueden
tratar la enfermedad de Alzheimer. La comunidad de la enfermedad de Alzheimer
acogió con satisfacción dichos planes que “también deben ser aplicados y
apoyados por los profesionales de la salud en todo el mundo”.
La FDA también, ha enviado
advertencias a empresas que venden productos desde aceite de aguacate,
vitaminas y extractos de hierbas que comercializan para la prevención del
Alzheimer, el cáncer y otras enfermedades. Esa industria que es muy lucrativa,
debería invertir en ensayos clínicos y aleatorios, en procesos de investigación
que los hagan creíbles, haciendo lo que hacen los científicos e investigadores
reconocidos a quienes les toma 10 a 15 años para que un producto sea aprobado
para el consumo humano. Para citar solo al Ginkgo Biloba, los ensayos fase 3
bien diseñados y ejecutados no han demostrado ninguna eficacia para prevenir el
deterioro cognitivo en las personas. Así también con otros productos
“naturales” aplicados a dolencias humanas que la ciencia médica no ha podido
curar. En este contexto, la revista científica “The Lancet Neurology” ha producido
una sección que ha llamado “Quackery” o curanderismo en la que cubre las
últimas noticias sobre prácticas ignorantes o fraudulentas.
En muchas enfermedades crónicas, mentales y
neurodegenerativas la medicina del siglo 21 todavía lo único que puede hacer
es, aliviar y dar un tratamiento paliativo, recomendar cambios poco costosos en
nuestro estilo de vida como el ejercicio físico, dieta saludable, el compromiso
y la interacción social para mejorar nuestra salud y prevenir el deterioro
cerebral. Mientras tanto, lo correcto es, no hacer caso de información carente
de evidencia científica e insistir en
que se siga investigando.
REFERENCIA: “The risks of
Ignoring Scientific Evidence”. The Lancet Neurology/february, 2019.
Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra - Neonatólogo
Santo Domingo,
República Dominicana
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