domingo, 3 de julio de 2011

Vacaciones de verano: un tiempo a valorar

Al terminar las clases y disponer de tanto tiempo ocioso, el niño puede estar pasadas las doce de la noche frente al televisor, para levantarse pasadas las doce del día siguiente a comer, y volver a la rutina del video juego o la televisión. Es distinto el caso del niño cuyos padres se preocupan por buscarle un uso diferente a ese tiempo. Por lo que el tema de hoy pudiera parecer algo ligero, pero nunca intrascendente.
Si usted no pertenece a un club social o deportivo, si no tiene la posibilidad de inscribir su hijo en un campamento dentro o fuera del país, pero tiene tíos, primos o abuelos en una provincia, programe unas vacaciones con alguna de esas personas si le merecen la confianza y la seguridad de que su niño lo va a pasar bien, supervisado y a gusto. Sáquelo de la rutina, invente, que seguro volverá dos o tres semanas después más sociable, con mayor confianza en sí mismo y si es un adolescente, quizá con una noviecita o noviecito que lo hará sentir el hombre o la mujer más feliz del mundo.

No me gusta poner ejemplos propios, pero cuando nuestros hijos, dos hembras y un varón eran aún pequeños, mi esposa y yo trabajábamos horario completo. Al llegar el verano nos preguntamos, ¿ ahora, qué hacemos ?. Hablé con el administrador de un supermercado y al varón se le encargó junto a otros amiguitos, llenar las bolsas de las compras y llevarlas a los vehículos de los clientes en horario de nueve de la mañana a una de la tarde, cuando yo los pasaba a recoger. En su bolsillo llevaban siempre la propina que les daban por su trabajo. Las hermanas, trabajaron en la imprenta y papelería de un amigo, allí les regalaban sesenta pesos semanales y se creían ricas, eso lo hicimos por algunos años, y todos esperaban el día de iniciar ese “ trabajo “ haciendo planes para comprarse sus antojos. Por las tardes, como yo tenía un horario más flexible, llegaba más temprano y cuando mi esposa regresaba, ya el campamento de verano estaba instalado en el patio de la casa. Creo honestamente, que los tres aprendieron a valorar su tiempo, el tiempo y el esfuerzo de sus padres, conocieron el valor del trabajo, lo disfrutaron y todos juntos aprendimos a ser más creativos.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana



No hay comentarios:

Publicar un comentario