domingo, 16 de noviembre de 2025

DEL AMOR AL CAOS: EL NIÑO QUE NO DUERME

 

El sueño nocturno es un hábito que los padres deben ayudar a desarrollar en el niño desde muy temprana edad. Es el mejor alimento para asegurarle un desarrollo y crecimiento físico, cognitivo y emocional. No es comer, es dormir 12 horas por las noches en sus primeros años de vida.

 

¿Por qué?

 

Porque es en el sueño nocturno que el niño libera sus hormonas, entre ellas la hormona del crecimiento que le permitirá crecer y desarrollarse en todas sus potencialidades mucho mejor que el niño que duerme pocas horas.

 

Es que el cerebro humano, aunque sigue trabajando por la noche, lo hace en condiciones basales, y es el tiempo que este órgano utiliza para liberarse de los tóxicos que acumulamos con la actividad diurna que en el niño es más intensa que en el adulto.

 

 El niño que duerme bien sus horas nocturnas se convierte:

 

-          En un niño menos demandante.

-          Más autosuficiente.

-          Menos egoísta.

-          Más solidario.

-          Hace más amigos.

-          Es más eficiente en el cumplimiento de sus deberes.

-          Es un niño ecuánime.

-          Capaz de divertirse solo.

-          Una persona feliz.

 

 Los padres somos los responsables de crear el hábito del sueño nocturno, pero si somos tan “indulgentes”, el niño no podrá desarrollar la capacidad de reconocer la autoridad que proviene de los padres, ni entenderá los deberes que debe cumplir que siempre deberán ser más que sus derechos. Piensa que puede ir a la cama o tomar cualquier otra decisión cuando él quiera; entonces, ese amor sin límites que le ofrecemos podría convertirse para él y sus padres en angustia y caos.

 

A las madres, quiero darles algunos consejos para lograr que su niño duerma toda la noche: antes de ir a la cama, prepare la habitación del bebé a una temperatura agradable y a oscuras, con agua tibia sin jabón dele un baño de relajación de pies a cabeza, tómese su tiempo y aprovéchelo para hablarle, arrullarlo, cantarle canciones y hacerle cuentos, lo seca, lo abriga y le da de cenar para pasarlo a su habitación. De la luz a la oscuridad. Con los días, el niño entenderá que pasa del día a la noche y que llegó la hora de dormir, que siempre deberá ser la misma. Quizás llore por unos minutos, es su decisión, pero terminará por entenderlo y se dormirá. Y le habremos dado una lección de amor, sin poner en riesgo su salud y la autoridad de padres, responsables de poner el orden y los límites. 

Marcos Díaz Guillén

Pediatra de la República Dominicana.   

 

 

 

 

 

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