miércoles, 12 de octubre de 2011

Los cólicos del lactante


Son un trastorno de causa desconocida que suelen aparecer alrededor de la tercera semana de vida y desaparecer entre los 3 y 4 meses de edad. Se caracterizan por un llanto excesivo, sin motivo aparente en un niño con buen desarrollo y sano. Pueden aparecer en cualquier momento del día, siendo más frecuentes al final de la tarde o inicio de la noche, por lo que se conocen también como cólicos vespertinos. Ultimamente se ha convenido en llamarles” llanto excesivo primario” para no relacionarlos con el dolor abdominal, ya que no se ha podido demostrar que tengan su origen en el aparato digestivo.

Si existe un reflujo gastroesofágico, esto puede producir molestias, dolor y llanto fuerte en el niño, y deberá diagnosticarse y tratarse lo antes posible. La regurgitación continua del contenido gástrico, puede producir dolor que explicaría la presencia de un llanto fuerte. La invaginación intestinal, que es una emergencia pediátrica, también explicaría un llanto de aparición brusca y desesperante en el lactante.

Los problemas digestivos que desencadenan dolor, distención abdominal y gases, como la alergia a la proteína de la leche de vaca, la intolerancia a la lactosa de la leche y al gluten del trigo, la madre que está amamantando y que al mismo tiempo ingiere leche y sus derivados en mucha cantidad, pueden provocar en el niño dolor abdominal importante. Cuando se han descartado estos y otros eventos como causas del dolor abdominal, entonces sí podemos hablar del auténtico cólico del lactante. Y, no pudiendo encontrar una causa clara, y sin una explicación satisfactoria, habría que concluir, que eso a lo que llamamos cólicos del lactante, es una especie de cajón de sastre donde podemos tirar una serie de problemas a los que el niño solo puede responder con el único idioma con el que puede expresarse, el llanto.

Los cólicos del lactante, los que sospechamos después de descartar cualquier enfermedad, los que se dan en un niño que se ve sano, son auto limitables y desaparecerán así como se iniciaron. Pero si queremos que no se conviertan en motivo de angustia, de desesperación y hasta de depresión pos parto en la madre, los padres, deberán estar muy conscientes de su rol. Deberán dar amor y calor humano a su hijo al tiempo que ponen bien claras las reglas del juego, actuando con la suficiente madurez como para que sean ellos los que dirijan y no el bebé quien los maneje, aplicando una disciplina equilibrada y con sentido común. Disciplina que se iniciará tan temprano como la aparición de los cólicos y con la alimentación misma. Porque soy de los que está convencido, de que el desorden que establecen muchas madres en la alimentación de sus hijos, es causa importante en la exacerbación del problema.

Dr. Marcos Díaz Guillén

pediatra-neonatólogo

Santo Domingo,

República Dominicana

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