miércoles, 5 de octubre de 2011

Obstrucción del conducto nasolagrimal


Este es un trastorno ocular que consiste en la obstrucción del conducto que drena la lagrima desde el ojo hacia la cavidad nasal. En el argot médico se le conoce como dacrioestenosis y hasta un 20% de los lactantes la padecen, con una media general de un seis por ciento.

Las lágrimas ayudan a limpiar y lubricar el ojo y se producen en la glándula lagrimal que se encuentra debajo del hueso que está cubierto por las cejas. Las lágrimas llegan al ojo por pequeños conductillos ubicados en los párpados, y desde el ojo a la nariz a través del conducto nasolagrimal. En algunos bebés, éste conducto no se ha desarrollado completamente, produciéndose una obstrucción y acumulación de la lágrima que termina derramándose por la mejilla del niño en el lado afectado. Dado que el recién nacido no produce lágrimas sino varias semanas después, es raro que la obstrucción se haga evidente al momento del nacimiento.

La madre llega a la consulta pensando que su niño tiene una conjuntivitis de un solo ojo, y es muy probable que se trate de la obstrucción del conducto nasolagrimal, que aunque pudiera producirse en ambos ojos, lo común es que solo se produzca en uno.

La mayoría de los casos se sanan espontáneamente antes del año de edad o enseñando a la madre a dar unos masajes en el ángulo interno del ojo, cerca de la nariz por donde se encuentra el saco lagrimal. Si no hay una solución del caso, se recomienda una evaluación oftalmológica que a veces pudiera terminar en un sondaje del conducto.

Realmente, no hay consenso en el sentido de cuándo hacer el sondaje o limpieza del conducto. Pero si el ojo afectado se infecta repetidas veces o si el niño ha cumplido su primer año con el problema, la mayoría de los oftalmólogos se inclinan por hacerlo. Otros, prefieren hacerlo entre los 4 y 6 meses de edad, porque entienden que un sondaje precoz es preventivo. De todos modos, siempre será recomendable la evaluación por el oftalmólogo infantil, porque detrás de una obstrucción nasolagrimal, pudiera esconderse un glaucoma congénito o cualquier otra patología, aunque esto no es lo más común.

Por último diré, que no están tan perdidas las madres que instilan gotas de la leche de sus senos en los ojos de su hijo cuando sospechan una conjuntivitis o si se trata de una obstrucción. Pues se sabe, que la leche materna es rica en inmunoglobulina A que protege la conjuntiva del ojo de las infecciones y sustancias extrañas. Esta acción inmunológica atrapa a la bacteria antes que produzca el daño y se convierte en una auténtica barrera contra la inflamación y la infección.

Dr. Marcos Díaz Guillén

pediatra-neonatólogo

Santo Domingo,

República Dominicana

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