En los niveles sociales más altos, hay la tendencia a eliminar las grasas
de origen animal de la dieta para lograr una alimentación saludable, incluyendo
a los niños. Y, es cierto, debemos enseñar al niño para que aprenda a hacer una
alimentación y una vida sana, porque muchas de las enfermedades que padece el
adulto, son el producto de los malos hábitos alimenticios aprendidos en la
niñez.
Una fuente natural de grasa animal es la leche, entendiéndose, que la mejor
leche es la de la propia especie, es decir, la de la vaca para su becerro, la
de la gata para sus gatitos y por supuesto, la de la madre para su niño. Pero,
cuando la madre deja de amamantar, y una vez que el niño pasa sus primeros
años, hay en las sociedades más evolucionadas la tendencia a sustituir las grasas animales por otras de origen vegetal, como puede ser la
leche de almendras, creyéndose que así, se le está proporcionando al niño una
alimentación más saludable.
Existen múltiples razones para consumir leches no animales en el adulto,
pero en el niño, ¿cuál es la mejor leche en sus primeros años de crecimiento
físico y cerebral?. ¿Debemos restringirle las grasas?. La leche de almendras
suele tener menos calorías y una menor concentración de colesterol, lo que es
ideal para perder peso y mejorar la salud en el adulto, pero no en el niño. El
niño en sus primeros años de vida no debe ser alimentado con una leche baja en
grasa, pues ésta es fundamental para asegurarle un buen aporte de energía en un
volumen pequeño, tomando en cuenta su capacidad gástrica. Si el niño toma una
leche vegetal baja en calorías, tendría que ingerir más del doble de lo que es
capaz de almacenar en su estomago, para poder obtener las calorías que necesita
en su gran actividad diaria.
En los primeros años de vida, la grasa tiene además, una función
estructural ya que provee ácidos grasos y el colesterol necesario para la
formación de las membranas celulares en todos los órganos. Y, órganos tan
importantes como la retina del ojo y el cerebro, están constituidos
fundamentalmente por grasa. Y, gran parte de la grasa necesaria para formar
estos tejidos, son los ácidos grasos esenciales que no son sintetizados por el
organismo, y que deben ser aportados por la dieta. Muy diferentes son aquellos
casos de niños intolerantes a la lactosa o alérgicos a la leche de vaca, donde
habrá que buscar otras alternativas que podrían ser las leches vegetales sin
lactosa, y siempre con el aporte
necesario de las grasas.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo,
Santo Domingo,
Rerpública Dominicana
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