lunes, 12 de mayo de 2014

Ántrax, Bioterrorismo y Pediatría

El Ántrax o Carbunco es producido por el Bacilo Anthrasis, que causa una infección aguda en animales y en el ser humano. La infección puede manifestarse en la piel, a nivel gastrointestinal y, en el aparato respiratorio, que es la forma más grave. En la piel produce una lesión necrótica y negra como el carbón de donde deriva el nombre Carbunco.

Después de los ataques terroristas a los EE.UU. la posibilidad de un golpe de terror con material biológico ha cobrado cada día más interés, y es motivo de gran preocupación en muchos países. Sin embargo, el uso de éste tipo de arma mortal es muy viejo. Ya en 1346 los Tártaros usaban sus catapultas para lanzar cadáveres infectados sobre las murallas de Kaffea en Etiopía, y, la historia recuerda al general británico Geoffrey quien entregó a una tribu de indios norteamericanos mantas infectadas con viruela.

El material biológico como arma es de fácil manejo y basta con pequeñas cantidades de estos agentes para que sean efectivos por su rápida propagación. Las esporas de ántrax se pueden producir con facilidad y guardarse almacenadas en seco y de forma viable por décadas; se dispersan rapidamente por el aire  para ser inhaladas con facilidad por animales y personas. Estas armas biológicas las poseen al menos 10 países. Y, si una bomba atómica de 12.5 kilotones que se haga explotar sobre una gran ciudad puede matar a 80 mil personas,  100 kilogramos de esporas de ántrax podrían matar entre 1-3 millones.

Los pediatras deben estar informados y preparados para minimizar las enfermedades y las muertes ante el evento de una liberación terrorista del ántrax, porque los niños podrían necesitar un tratamiento distinto al de los adultos, según un informe de la Academia Americana de Pediatría y los Centros de Control de Enfermedades, divulgado online el pasado 28 de abril/2014 en la revista Pediatrics.

“El ántrax, puede provocar miles de infecciones con una tasa muy alta de muertes si no se reconoce y trata a tiempo, y las autoridades sanitarias deben proveer antibióticos suficientes para los niños expuestos al ántrax ante un ataque terrorista. Si se administran los antibióticos dentro de las 72 horas de la exposición, se puede prevenir la enfermedad y la muerte”, explicaron los expertos. “Los pediatras, además de tratar a los niños, tienen el rol importante de ayudar a los padres a comprender y cumplir el tratamiento, que suele ser bastante largo”.

Con éste escrito no se desea alarmar a nadie, pero es algo que hay que tener en cuenta. Porque si bien nuestro país no es un objetivo para ese tipo de ataques, lo cierto es, que son miles los dominicanos que viven en las grandes ciudades de los EE. UU y Europa para quienes este mensaje podría tener algún sentido.

Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana

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