martes, 5 de mayo de 2015

Salud y Espiritualidad

Por muchos siglos, las religiones y la ciencia tradicional tomaron el control del conocimiento humano para producir una controversia estéril entre la espiritualidad, las religiones y la ciencia. Aunque no necesariamente la espiritualidad tiene que estar relacionada con una religión.

La oración, es una enorme fuente de poder, y, el hecho de que la oración funciona, se refleja en la conexión de la persona con lo absoluto, con Dios. Y, cuando un santo hombre hindú está meditando, los ejercicios respiratorios y mentales que ejecuta, ejercen un efecto fisiológico sobre su cuerpo. Lo mismo ocurre con el que ora.

Lisa Miller, educadora y psicóloga de Yale College y PhD de la Universidad de Pennsylvania en su libro “The Spiritual Child/The Science behind the Spirituality” (El niño Espiritual/La Ciencia detrás de la Espiritualidad), nos presenta una nueva gran verdad: La ciencia y el poder de la espiritualidad, nos explica la clara relación que hay entre la ciencia, la espiritualidad y la salud. Nos dice, que los niños y adolescentes que tienen una relación activa y positiva ante la espiritualidad, tienen un 40% menor de probabilidad de usar drogas, un 60% menos de sufrir depresión y un 80% menos de tener relaciones sexuales desprotegidas, con un riesgo menor de padecer enfermedades de transmisión sexual.

No son unos “atrasados” los padres que enseñan a sus hijos a orar antes de dormir, no están “pasaos” los padres que oran junto a sus hijos por sus éxitos, los que bendicen la mesa e inculcan sentimientos de compasión, pidiendo por aquellos que en esos momentos quizás no tienen qué comer.

El descuido de la espiritualidad en el niño, es quizás la causa más importante de la epidemia de  “Infelicidad e insatisfacción” que sufre la sociedad actual, que está dando como resultado, más de un 25% de teenagers con depresión mayor, a lo que hay que sumar un 40% de niños y adolescentes con síntomas de ansiedad y otros síntomas por el uso de drogas ilegales.


Miller y otros investigadores de la Universidad de Columbia señalan: Que la espiritualidad juega un gran papel en la vida social y emocional del niño, que los ayuda a alcanzar mayores grados académicos, los hace más optimistas, persistentes y resilientes cuando tienen que vencer obstáculos. Desarrollan mejores vínculos con la naturaleza y su entorno, se recuperan mejor de la depresión y otras enfermedades y responden mejor a los medicamentos. Son los resultados de unas investigaciones científicas que debemos tomar en cuenta si deseamos que nuestros hijos sean  ciudadanos mejores y más felices. 
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana    

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