En el año 1975 la OMS definió la sexualidad como: “Una energía que nos
impulsa a buscar afecto, contacto físico, placer, ternura e intimidad”. La
sexualidad es un privilegio, un don gratuito de Dios que en el ser humano se
pierde solo con la muerte.
La educación sexual la iniciamos los padres desde muy temprano sin que
tengamos conciencia de ello. Para luego rechazar lo que antes hacíamos instintivamente.
“Con las caricias, los besos y abrazos, los afectos y el contacto de piel a
piel, estamos enseñando la sexualidad a nuestros hijos. Y, es así que el niño
empieza a aprender a querer y ser querido, a tener seguridad en los demás, a
expresar y reconocer las emociones propias y en los otros. Porque se puede ser
feliz sabiendo poco de genitales y fecundación, o infeliz, si no sabemos
expresar lo que sentimos” (Ma. Teresa Peinado Rodríguez, experta en salud
sexual y reproductiva, Centro de Orientación y planificación familiar, Badajoz,
España).
¿Por qué lo que hacíamos instintivamente con nuestros bebés, cuando estos
crecen no lo seguimos haciendo conscientemente?, ¿Cuál es el temor a hablar de
las relaciones sexuales, las enfermedades de transmisión sexual, de los
anticonceptivos, del control natal?
En este contexto, la Academia Americana de Pediatría (AAP) exhorta a los
pediatras a contribuir desde la consulta en los aspectos fundamentales de la
educación sexual con los niños y adolescente, reforzando así, el trabajo que se
supone se debería estar haciendo desde el hogar y la escuela.
Según la AAP, una adecuada educación sexual reduciría los embarazos en las
adolescentes y sus secuelas, el VIH/SIDA y muchas otras enfermedades de
transmisión sexual. Entre estas, la hepatitis B y el contagio con el virus del
papiloma humano causante del cáncer cervicouterino en la mujer.
En la actualidad, muchachos (as) están teniendo relaciones sexuales
desprotegidos y con muy poca información
seria de los riesgos que están corriendo. Y si sabemos que salvo escasas
excepciones hoy día no existe el noviazgo sin relaciones sexuales, y que los
jóvenes no van a posponer esas relaciones para más tarde, que sería lo ideal. Es
responsabilidad de los padres, educadores y de toda la sociedad, ayudar en la
educación sexual de nuestros niños(as) capacitándoles para unas relaciones
sexuales seguras, para que no se expongan a riesgos innecesarios de enfermedades
graves.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana
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