martes, 7 de julio de 2009

El Niño que se Chupa el Dedo

Es una preocupación para muchos padres observar como su hijo se chupa constantemente el dedo pulgar o cualquier otro dedo, aveces hasta dos y tres dedos a la vez. En el afán por cambiar éste hábito se pierde mucha energia y se producen momentos de tensión en la relación padres-niño sin resultados satisfactorios.

Muchas veces se busca la solución al problema con la sustitución del dedo por el chupete, chupón o bobo como tambien se lo conoce, añadiendose un ingrediente nuevo que en algunos niños solo ha servido para incrementar más la adicción al dedo o para abrir las puertas a infecciones producto del uso de un chupete sucio o contaminado.

Es oportuno que se sepa, que la acción de chupar o succionar es algo innato en el ser humano, incluso, para los pediatras es un signo de bienestar y buena salud si el niño al nacer tiene una buena succión que le permita amamantarse adecuadamente. Diferente y muy preocupante si al nacer un niño entre otros signos y síntomas presenta una succión pobre o débil.

En mi experiencia me atrevería a afirmar, que el 100% de los niños se han chupado el pulgar u otro dedo en algún momento de sus vidas, particularmente en sus primeros meses. Cuando esto se prolonga por mucho tiempo incluso años, pudiera ser que esa acción de chupeteo constante no sea más que una respuesta, un escape del niño a las
tensiones de un ambiente familiar conflictivo.

Aunque no está del todo claro, si el chuparse el dedo persiste más allá de los seis a siete años de edad cuando ya han brotado los dientes permanentes, sería recomendable recibir la ayuda de un profesional de la odontología con la idea de prevenir cualquier deformación que pudiera alterar la masticación y la estética de la cara del niño.

En el plano de la prevención ¿Qué hacer?: Recordar que el chuparse el dedo es algo normal y transitorio en la inmensa mayoría de los niños, que si ésta acción se prolonga en el tiempo son los padres quienes deben revisarse y ver si existen problemas intrafamiliares o de relación con el niño que lo hacen manifestarse de esa manera, que pretender reprimir el hábito lo pùede incrementar más. Sea inteligente y persuada al niño de no seguir haciendolo, ocupe las manos del niño en algún juego o actividad que le sean gratificantes si lo descubre chupando, pero sin agresión o recriminación. Y, en aquellos casos cuya preocupación sea la deformidad que el chupeteo pudiera producir en la mordedura, entonces haga una cita con un buen odonto-pediátra.


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Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo


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