Foto © Nathan Jones |
La intoxicación alimentaria se adquiere al ingerir agua o alimentos con virus, bacterias, parásitos o las toxinas que estos gérmenes producen. El agente causal frecuentemente es una bacteria, como lo es el estafilococo y la E. coli.
Las bacterias o gérmenes pueden contaminar los alimentos que ingerimos de distintas maneras: La carne de res y aves podrían ponerse en contacto con las bacterias propias del intestino del animal que se está procesando, el agua utilizada puede estar contaminada, las personas que manipulan los alimentos pueden no lavarse adecuadamente las manos, los utensilios utilizados no están limpios, las salsas y mayonesas no han sido debidamente refrigeradas, etc.
Los síntomas de la intoxicación alimentaria aparecen generalmente 2-6 horas después de la ingestión del alimento, pero podrían manifestarse en pocos minutos dependiendo del germen causal. Entre estos síntomas están los cólicos abdominales, diarrea, vómitos , fiebre, dolor de cabeza y debilidad. En el caso de la Ciguatera o intoxicación por la carne de pescado, aparecerán síntomas neurológicos como Parestesia de la boca, manos y pies que pueden permanecer por varias semanas.
En la mayoría de los casos, el tratamiento es sintomático y de soporte. En las diarreas se hará hidratación con soluciones y/o sales de re-hidratación oral o con líquidos intravenosos si la vía oral no es posible. En los casos de Ciguatera con edema cerebral se usará la medicina conocida como Manitol y esteroides para eliminar el edema cerebral y otros signos y síntomas neurológicos que pudieran estar presentes.
La intoxicación alimentaria muchas veces es un evento de solución rápida pero en ocasiones puede resultar un acontecimiento mortal, por lo que aconsejamos que las personas que intervienen en la preparación de alimentos, ensaladas, salsas, carnes, pescado, postres, etc., mantengan las reglas de higiene y el lavado de las manos antes de su manipulación y muy especialmente después de hacer sus necesidades fisiológicas. Ademas, es importante que los alimentos e ingredientes a usarse sean frescos y bien refrigerados, nunca descongelar para volver a congelar y, a los niños muy pequeños particularmente, tratar de ofrecerles comidas hechas en casa donde sabemos bien el grado de limpieza que se uso para preparar los alimentos.
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