Se estima que el 70-80% de las madres primerizas en los primeros días
después del parto, experimentan una sensación de tristeza o melancolía que la
cultura anglosajona ha dado a conocer como Baby-blues. Su etiología no está del
todo clara, pero se asume, que es debido a los cambios hormonales que se
producen durante el embarazo y los que aparecen una vez se ha producido el
parto. Estos eventos, producen alteración bioquímica en el cerebro de la recién
parida que la hacen manifestarse de esa manera, pero que son normales, de corta
duración y que desaparecen en pocos días.
La depresión posparto en la mujer (puede aparecer en el hombre, aunque en
una proporción muy pequeña), es una entidad distinta, y aunque parece tener
causas parecidas al Baby-blues, es más grave, necesita ayuda profesional, soporte de la pareja y de toda la familia,
y sus consecuencias pudieran ser muy
serias. Aparece generalmente dos o tres meses después del parto y algunas de sus
manifestaciones pueden ser: dificultad para dormir, llanto y tristeza
permanentes, pérdida de interés por las actividades que antes le eran agradables,
pérdida del apetito, dolor de cabeza, sentimientos de culpa, fatiga, cansancio
, episodios de pánico y pensamientos suicidas. Algunos factores de riesgo son:
Depresión previa en ella, problemas en el matrimonio, historia de depresión y/o
bipolaridad en otros miembros de la familia, estrés financiero, embarazo no
deseado, madre soltera etc.
Ante un escenario de depresión posparto, el pediatra es uno de los
profesionales llamado a jugar un papel de primer orden. Es la persona que hace
mejores vínculos con la madre, ya que ella lo visitará regularmente durante el
primer año de vida de su bebé en visitas programadas. Es muy importante que el
pediatra en esas consultas rutinarias, además de examinar al bebé, haga un buen
interrogatorio sobre el niño y su medio ambiente, sobre la relación
madre-padre-niño etc. Y, ante uno o más síntomas maternos que nos hagan
sospechar depresión posparto, comunicarlo de inmediato al médico de la paciente,
al esposo o compañero y a cualquier otro familiar en capacidad de poder ayudar.
Se buscará la ayuda profesional necesaria y a tiempo, para poner fin a la
situación y evitar que la enfermedad se vuelva crónica y pueda producir
secuelas indeseables a toda la familia.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo,
República Dominicana
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