lunes, 29 de septiembre de 2014

Vacuna del Herpes Zoster

El herpes zoster conocido como culebrilla, es una enfermedad que afecta a personas de edad, y  existe para ella una vacuna que creo todavía no ha llegado a nuestro país. Una de cada tres personas la contraerá en algún momento de su vida, y, el riesgo aumenta a medida que se envejece.

Clínicamente se presenta como un sarpullido o ampollas que siguen el trayecto de los nervios, afectando las extremidades y la cara, lesionando a veces los ojos y los oídos. Es muy frecuente en el tórax  a lo largo de los nervios intercostales. El paciente puede  presentar además, fiebre, cefalea, escalofríos y malestar general. El dolor se describe como insoportable, quemante, punzante o como descarga eléctrica. Muchas veces puede invalidar a  la persona impidiéndole hacer una vida normal.  

La enfermedad es producida por el virus varicela zoster, el mismo que produce la varicela. Por razones que no conocemos del todo, una vez padecida la varicela, el virus se queda latente en el organismo, para  reaparecer años o décadas después en forma de culebrilla. Esta, no se transmite comúnmente de persona a persona, pero si alguien se pone en contacto directo con las lesiones o ampollas, sin haber sido vacunado o sin haber padecido la varicela, se podrá infectar de varicela, pero no le dará la culebrilla. Por otra parte, todo individuo que de niño padeció varicela porque no fue vacunado, al envejecer, es susceptible de padecer la culebrilla en cualquier momento. De ahí, el valor preventivo de las vacunas.

El Comité de Asesoría para la Práctica de Inmunizaciones (ACIP) y los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los EE.UU. han recomendado, que los adultos mayores de 60 años reciban la vacuna contra el herpes zoster como parte de los cuidados rutinarios de la persona envejeciente.

El pediatra, es el médico vacunador por excelencia, por eso, los niños de hoy son más saludables que los de ayer. Especialistas como el médico familiar, neumólogos, obstetras, internistas, cardiólogos etc, están en el deber de hacer lo mismo, porque en el otro extremo de la vida hay una población que ellos atienden, que sufren enfermedades prevenibles con vacunas. Los adultos y envejecientes deben ser vacunados contra la difteria, el tétanos y la tosferina, enfermedades que están resurgiendo por falta de refuerzos. Hay que vacunarlos contra el neumococo para prevenir la neumonía adquirida en la comunidad, y  cada año contra la influenza estacional,  enfermedad que puede acabar con la vida de cualquier envejeciente. Y, como se supone que vamos a vivir más, lo justo sería, que esos años los vivamos en salud.

Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo
República Dominicana





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