foto © Balamurugan Natarajan
El niño deberá ser referido al oftalmólogo pediátrico en su primer mes de vida si se trata de un recién nacido prematuro o de bajo peso al nacer. Y, en todo caso, deberá visitar ese especialista a los seis meses, a los tres y cinco años de edad.
Todo niño deberá ser visto por el oftalmólogo pediátrico en los primeros días de vida si al examen llama la atención alguna coloración anormal del ojo, si las córneas son más grandes de lo normal, si un globo ocular nos parece asimétrico respecto al otro, si la labor de parto ha producido algún trauma o hemorragia intraocular, si se sospecha una catarata congénita, si al niño le molesta la luz o si la madre en su historia nos informa que padeció alguna infección tipo toxoplasmosis, sífilis, rubeola, etc. en su embarazo.
Una pupila blanca es motivo de consulta urgente para descartar la existencia de una catarata congénita o un retinoblastoma, que es un tumor ocular maligno hereditario en un 40% y esporádico en un 60% de los casos. Por eso es tan importante la historia familiar, si en ésta encontramos antecedentes de catarata congénita, retinoblastoma o glaucoma, debe enviarse el niño a la consulta oftalmológica, aunque no presente signo alguno de enfermedad.
Los oftalmólogos pediátricos disponen de los medios y cuentan con las pruebas necesarias como para poder hacer un buen examen ocular del niño recién nacido y diagnosticar cuánto ve su niño aún a esa edad. A los tres y cinco años a todo niño se le hará un examen oftalmológico completo que incluya: agudeza visual, refracción, fondo de ojo y medición de la presión ocular.
Esperamos que tanto los padres como los pediatras estemos cada día más conscientes de la necesidad de examinar los ojos de nuestros niños, así estaremos contribuyendo a una mejor calidad de vida para ellos y para nosotros mismos.
Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo
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