martes, 22 de diciembre de 2009

El Niño con Amigdalitis

Parecería innecesario tratar en esta columna un tema tan intrascendente como es el caso del niño que sufre de amigdalitis. Es algo tan común, que a diario nos encontramos con niños que la padecen, que son tratados e incluso "sanados" por cualquier persona.

Sin embargo, yo pienso que es muy importante hablar de esta enfermedad que afecta prácticamente a todos los niños en algún momento de su vida y que los expone a serias complicaciones si se toma a la ligera o se trata inadecuadamente.

El hecho de que un niño tenga las amígdalas grandes y rojas en un momento determinado no quiere decir que necesariamente padece de amigdalitis bacteriana y que tengamos que administrarle un antibiótico, muchos de esos casos pudieran ser amigdalitis virales que son las más comunes y sólo el médico está en capacidad de diferenciarlas.

Por otra parte, el tamaño de las amígdalas dice muy poco para valorar si están sanas o enfermas, porque además, no existen criterios con los que podamos definir claramente cuál es su tamaño "normal". Amígdalas muy grandes pudieran ser muy sanas, mientras que aquellas que han sufrido infecciones repetidas, pudieran ser pequeñas y patológicas. Las amígdalas aumentan de tamaño gracias a los contactos virales o bacterianos, estimulando estos contactos su hipertrofia como un signo de una buena respuesta de las defensas del organismo y no como un signo de infección necesariamente.

Las amigdalitis producidas por el estreptococo o cualquier otra bacteria deberán ser bien tratadas, con las dosis adecuadas de antibióticos calculadas por kilos de peso y por el tiempo necesario, por lo tanto, eso sólo puede hacerlo el especialista, quien tiene los criterios para actuar correctamente en cada caso.

Una infección de garganta tratada sin los criterios médicos, sólo por unos días, suspendiendo el tratamiento porque ya el niño no tiene fiebre, con los medicamentos y dosis inadecuadas exponen al niño a resistencia bacteriana, a lesiones renales, cardíacas y reumáticas de consecuencias muy funestas.

Debemos erradicar el hábito de tratar a nuestros hijos como si fuéramos médicos sin serlo y en el caso de las amigdalitis entender que hacerlo a la ligera es exponer al niño a riesgos de complicaciones futuras algunas de ellas invalidantes.



Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-Neonatólogo


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