Los
medicamentos huérfanos, son aquellos que están destinados a tratar enfermedades
raras o poco comunes y que la industria farmacéutica no está en disposición de
producir y comercializar bajo las condiciones normales del mercado. Como están
destinados a una población relativamente pequeña, su rentabilidad es escasa, y
son los Estados los que tienen que intervenir subsidiando su investigación y
producción. Es muy parecido a lo que le sucede a un niño cuando han muerto sus
padres, que pasa a depender del Estado u otra institución para poder
desarrollarse.
La OMS
reconoce la existencia de cinco a ocho mil enfermedades raras a las que también
podríamos llamar “enfermedades huérfanas”, de las cuales, más del 80% son de
origen genético. Tres de cada cuatro de estas enfermedades se inician en la
niñez causando discapacidad grave. La Unión Europea reconoce como una enfermedad
rara aquella con una prevalencia inferior a 5 casos por cada 10,000 habitantes,
y los EE.UU. la define como aquella que afecta a menos de 200,000 personas en
ese país.
El 29 de
febrero (fecha rara) se celebra el día internacional de las enfermedades raras.
Una enfermedad definida como tal, no lo es solo por su prevalencia baja, sino
también por su relevancia clínica, porque pone en peligro la vida y lleva a una
discapacidad grave y crónica. Como enfermedades raras podemos mencionar: La
fibrosis quística, las hemofilias, enfermedad de Pompe, polisacaridosis,
amiloidosis etc.
¿Qué sucede en
los países del primer mundo con esos pacientes y con los padres de esos niños?,
que el Estado interviene creando leyes que facilitan la importación de los
medicamentos huérfanos que por cierto son muy caros, o auspiciando su investigación y producción
para llevar alivio y esperanza a estas familias. Y, ¿Qué sucede en nuestros
países?, que esos niños y adultos mueren después de haber tenido una existencia
infeliz.
No hay dudas
que la humanidad ha avanzado notablemente, pero arrastrando consigo demasiadas
desigualdades e injusticias. Y seguiremos avanzando, hasta poder erradicar
estas y muchas otras enfermedades. Se conseguirá con el desarrollo de la
medicina genómica, cuando estemos en condiciones de sustituir el gen defectuoso
por otro sano. Eso, no está muy lejos, ojalá que sea para la salud de todos por
igual.
Dr. Marcos Díaz Guillén
pediatra-neonatólogo
Santo Domingo, R.D.
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